Este fin de semana, justo antes del amanecer, asistiremos de una bonita conjunción de Venuscon la luna menguante. Júpiter y Saturno siguen dominando el cielo nocturno donde ya asoman las brillantes constelaciones del invierno.
VENUS ESPLÉNDIDO
Estos días podemos disfrutar de un magnífico lucero del alba: Venus se nos muestra muy brillante justo antes del amanecer. Aunque su movimiento lo lleva ahora a alejarse de la Tierra, aún lo tenemos a una distancia comparable a la del Sol: unos 150 millones de kilómetros, por lo que, si descontamos al Sol y la Luna, es el astro más brillante del cielo en estos momentos (su magnitud visual es de -4,2).
Del viernes 8 al domingo 10, los madrugadores (o muy trasnochadores) tendrán la posibilidad de contemplar una bonita conjunción de Venus con el filo menguante de la Luna (el novilunio tendrá lugar el día 13).
Para observar la conjunción conviene situarse frente al horizonte sudeste, en un lugar libre de obstáculos, como árboles o edificios, entre las 6h y las 7h de la mañana, es decir una hora antes de la salida del Sol. El viernes, la Luna estará por encima de Venus, el sábado casi a su altura, y el domingo por debajo.
En el entorno de la conjunción tenemos dos estrellas muy brillantes. Spica, la Espiga, es la más brillante de la constelación de Virgo, un sistema doble que se encuentra a 260 años luz de distancia. Aún más brillante es Arturo, que tan sólo se encuentra a 37 años luz de distancia, en la constelación de Bootes, el Boyero.
Aprovechando la fase menguante, también podemos observar la sutil luz cenicienta sobre la amplia región no iluminada del disco lunar. Este débil resplandor de color ceniza es debido a la luz solar que llega a la Luna después de haberse reflejado en la Tierra. Ahora, que las noches ya son frías, cuando no hay nubes la atmósfera, el cielo suele estar muy transparente y esta Luna con su fino filo iluminado y su luz cenicienta es, sin duda, una de las imágenes más bellas que podemos contemplar en el cielo a simple vista.
Por supuesto la luz cenicienta se conoce desde la Antigüedad y la intensidad de este resplandor ha sido utilizado durante siglos por la sabiduría popular para tratar de predecir el tiempo meteorológico. Pero para conocer la explicación científica del origen de la luz cenicienta hubo que esperar a Leonardo da Vinci (Codex Leicester, ca. 1510).
DOS GIGANTES
Quienes miren al cielo tras la puesta de Sol, una vez que haya oscurecido del todo, tendrán la oportunidad de contemplar, a simple vista, a Júpiter y Saturno trazando la línea imaginaria de la eclíptica sobre la bóveda celeste.
Por supuesto, aunque sean mucho mayores que Venus, tanto Júpiter como Saturno se ven mucho menos brillantes debido a sus enormes distancias a la Tierra: Júpiter está ahora a unos 625 millones de kilómetros, mientras que Saturno lo tenemos a uno 1.500 millones de kilómetros de nosotros. Estas distancias hacen que los brillos aparentes sean muy diferentes: vemos ahora a Júpiter unas 30 veces más brillante que el lejanísimo Saturno.
Los dos planetas gigantes lucen ya en el espléndido firmamento que anuncia la llegada del invierno: las brillantísimas estrellas de Orión y Taurus (donde también se puede contemplar a las Pléyades) forman un maravilloso telón de fondo. Los cielos transparentes de esta época del año nos invitan a disfrutar de las noches, levantar la vista al cielo y recordar que formamos parte de un cosmos lleno de prodigios.
Con información de Mundo