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Oppenheimer ha sido, con el permiso de Barbie, la película más laureada de 2024 levantando siete veces la estatuilla dorada de los Oscar de Hollywood y cinco más en los Globos de Oro 2024.

Sin embargo, más allá de sus éxitos y narrativa, lo que la cinta de Nolan nos ha dejado es el trasfondo de la historia de una venganza protagonizada por el padre de la bomba atómica, Oppenheimer, y Lewis Strauss, interpretado en la película por un magnífico Robert Downey Jr.

¿Quién fue en la vida real este desconocido millonario y físico frustrado, que utilizó toda su influencia sobre las grandes personalidades políticas de Washington para hundir la reputación de Oppenheimer?

De fabricante de zapatos a tiburón de las finanzas

Lewis Lichtenstein-Strauss era hijo de inmigrantes judíos de Alemania y Austria, que se asentaron en Virginia occidental a finales de 1890. Su familia vivía una situación económica relativamente solvente gracias a que su padre, Lewis Strauss, era un fabricante mayorista de calzado.

Strauss fue un estudiante sobresaliente durante la educación secundaria, pero una fiebre tifoidea le impidió graduarse con el resto de sus compañeros. Durante esa etapa comenzó a mostrar interés por la física hasta que finalmente pudo recuperarse de su enfermedad y graduarse en secundaria.

Para cuando pudo hacerlo, la primera recesión económica del siglo XX ya se había cebado con el negocio familiar y Lewis Strauss tuvo que renunciar a su sueño de ingresar en la universidad para estudiar física. En su lugar, dedicó varios años a viajar como vendedor ambulante de los zapatos que fabricaba su familia.

Según se recoge en su relato biográficoSacrifices and Decisions de Barton J. Berstein, su esfuerzo tuvo recompensa y, durante los siguientes años consiguió ahorrar unos 20.000 dólares de la época, que en la actualidad equivaldrían a unos 425.000 dólares, con la intención de sufragar la matrícula universitaria y los gastos derivados. Sin embargo, el estallido de la Primera Guerra Mundial puso un nuevo impedimento para que Lewis ingresara en la universidad de física.

En su lugar, viajó a Washington DC en 1917 para ofrecerse a Herbert Hoover como asistente personal de forma gratuita. Por aquellos años, Herbert Hoover, que posteriormente se convertiría en el 31er presidente de los Estados Unidos, ya era un millonario filántropo al estilo de lo que hoy serían Warren Buffett o Bill Gates. “Estaba claro que echar una mano para alimentar a los hambrientos y vestir a los desnudos en Bélgica y el norte de Francia era echar una mano en la Historia”, recogió posteriormente Strauss en sus memorias.

Bajo la sombra de Hoover y distintas organizaciones de ayuda humanitaria a los damnificados por la guerra, Strauss fue ganando influencia en el ámbito de financiero. Tuvo un papel importante en el ‘Comité Judío Estadounidense de Distribución Conjunta’ (American Jewish Joint Distribution Committee, JDC por sus siglas en inglés) donde llamó la atención de Felix M. Warbur, socio del banco de inversiones Kuhn, Loeb & Co.

Este contrató a Strauss para que gestionara las inversiones de la entidad, truncando de nuevo las opciones de Strauss para estudiar física, pero abriendo ante sí una carrera como banquero que le convertiría en un hombre muy rico y, sobre todo, con muy buenos contactos políticos.

Tal y como publica la BBC, su biógrafo Richard Pfau escribió sobre el “Strauss llegó a la cima gracias a su habilidad, su ambición, la elección de la empresa y la esposa adecuadas, y la buena suerte de empezar en un momento próspero”.

La esposa a la que hace referencia Pfau es Alice Hanauer, la hija de uno de los socios principales del banco inversiones Kuhn, Loeb & Co. Al mismo tiempo, su cercanía con Hoover le llevó a participar en su círculo de confianza en las campañas para las presidenciales de 1920, 1928 y en la de 1932 en la que, finalmente, Hoover llegó a la presidencia.

Durante su etapa como banquero, Strauss financió el despliegue del sistema ferroviario de los Estados Unidos. Para 1926, su salario anual ascendía a 75.000 dólares, lo cual equivaldría a 1.250.000 dólares en la actualidad, pero al año siguiente casi duplicaría sus ingresos con un salario equivalente a 2 millones de dólares al año.

En 1929, con apenas 33 años, se convirtió en socio de la firma y su salario superaba el millón de dólares, lo que en la actualidad supondría unos 17,1 millones de dólares anuales. Strauss no solo se dedicó a invertir en sectores de transporte. También invirtió en fabricación de acero y contribuyó al desarrollo comercial de Kodak financiando la distribución comercial de la película fotográfica Kodachrome y de la cámara Polaroid a finales de la década de los 40.

El Strauss político que se vengó de Oppenheimer

Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, Strauss se acercó más a su esfera política entrando al servicio activo del ejército en la Oficina de Artillería de la Armada de Estados Unidos. Eso le convirtió en almirante y le asentó definitivamente como un hombre de estado.

Entre sus principales aliados se encontraría el presidente Harry Truman. Los estrechos lazos entre Strauss, Wall Street y Washington hacían de él un hombre muy rico pero, sobre todo, muy poderoso e influyente.

Strauss se mantuvo relativamente al margen del Proyecto Manhattan que dirigía Oppenheimer para desarrollar armento nuclear durante la Segunda Guerra Mundial, aunque su interés por la física le llevó a apoyar financieramente distintos proyectos en materia de fisión nuclear.

Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, el gobierno decidió delegar el control de la investigación de atómica a una comisión civil. En 1946, Harry Truman nombró presidente de la Comisión de Energía Atómica, un año antes de que oficialmente se creara. Una buena muestra del poder de influencia de Strauss en las altas esferas políticas.

Strauss era un firme defensor del desarrollo de las armas termonucleares, al contrario que Oppenheimer que, tal y como se recogía en la película de Nolan: “hacía todo lo posible para volver a meter al genio nuclear de nuevo dentro de la lámpara”.

Tal y como se narra en la película, fue entonces cuando, a instancias de Strauss, el FBI recibió la orden de investigar a Oppenheimer y desacreditarlo revocando su acreditación de seguridad para acceder a información confidencial sobre el programa nuclear y así poner coto a la influencia de Oppenheimer sobre la comunidad científica.

Finalmente, Oppenheimer fue retirado injustamente de los ámbitos de decisión en materia nuclear. “Con el paso del tiempo, han salido a la luz más pruebas de la parcialidad e injusticia del proceso al que fue sometido el Dr. Oppenheimer”, escribió la secretaria de Energía del gobierno de Joe Biden, Jennifer Granholm

Una década más tarde, Eisenhower nombró a Strauss Secretario de Comercio de la Casa Blanca, pero el Senado no le perdonó su encontronazo con Oppenheimer y rechazó su nombramiento. Esto marcó el fin de su carrera política y dedicó sus últimos años a hacer lo que le llevó a los círculos de poder: realizar labores filantrópicas hasta su muerte en 1974 a los 78 años.

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