Hoy es 26 de Enero de 2025, Chihuahua, MX.

En la tranquila región del Mar Interior de Seto, a tres km de la costa de la ciudad japonesa de Takehara, en la prefectura de Hiroshima, se encuentra Ōkunoshima, más conocida como Usagi Jima o la Isla de los Conejos. Hoy, la isla es famosa por albergar a cientos de conejos salvajes que deambulan libremente alimentados por turistas y viviendo sin depredadores. Sin embargo, detrás de esta idílica imagen se esconde un pasado oscuro. En la Segunda Guerra Mundial la isla fue un centro secreto de producción de armas químicas por parte del Ejército Imperial Japonés. Los conejos son “hijos” de ese experimento, y ahora están muriendo.

Un secreto del pasado. Durante la década de 1930 y 1940, Ōkunoshima fue el epicentro de la fabricación del denominado como gas mostaza, fosgeno y otras sustancias químicas utilizadas por Japón contra soldados y civiles chinos. Las estimaciones sugieren que estos agentes tóxicos causaron alrededor de 80.000 muertes, y para probar los efectos que tenían aquellos experimentos se lanzó a la isla una pequeña fauna de conejos que fue aumentando en número. Para que nos hagamos una idea, la importancia estratégica de la isla era tal que fue eliminada de los mapas japoneses para mantener en secreto sus actividades.

Desde entonces, se ha especulado con el número de conejos actuales que son descendientes directos de aquellos utilizados en los experimentos de prueba de los gases venenosos en el laboratorio militar de la isla. Según el profesor Ellis Krauss, de la Universidad de California en San Diego, la mayoría de los conejos de prueba fueron sacrificados por las fuerzas estadounidenses tras la rendición japonesa en 1945, pero los que escaparon a su destino transformaron el lugar.

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Conejos y más conejos. Por tanto, y dado que parece poco factible que existan criaturas supervivientes que habitaron el lugar durante la época militar, la duda siempre ha sido discernir cuáles son descendientes directos y cuáles no, en cuyo caso, ¿de dónde demonios salieron?

Una de las teorías más aceptadas sugiere que, en 1971, un grupo de estudiantes liberó alrededor de ocho conejos extra en la isla. La ausencia de depredadores, la prohibición de la caza y la incapacidad de llevar mascotas como gatos o perros han permitido que la población crezca sin control hasta alcanzar aproximadamente 1.000 ejemplares en la actualidad.

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El impacto del turismo. Aunque los conejos han convertido a Ōkunoshima en un destino de lo más popular y turístico, el aumento de visitantes ha generado graves problemas ambientales y de bienestar animal. ¿Cómo? La práctica de alimentar a los conejos con alimentos inadecuados, como col, ha provocado problemas digestivos y deficiencias nutricionales, reduciendo su esperanza de vida a tan solo dos años, mucho menos que en condiciones naturales.

Además, la dinámica de alimentación es inconsistente: los días soleados y festivos los turistas proporcionan grandes cantidades de comida, mientras que en días lluviosos o fuera de temporada los animales quedan desabastecidos, enfrentándose a la escasez de recursos, ya que la vegetación de la isla ha sido devastada por la sobrepoblación.

Y por si todo esto fuera poco, un misterio envuelve a la isla estos días.

Están muriendo sin explicación. Según las autoridades japonesas, han muerto más de 70 conejos en circunstancias aún no esclarecidas. El jueves pasado, la policía arrestó a un hombre identificado como Riku Hotta, de 25 años, bajo la sospecha de haber pateado al menos a un conejo en la isla. Según los informes, el animal murió poco después del incidente, lo que ha llevado a las autoridades a investigar si existe una conexión entre Hotta y la aparición de esos 77 cadáveres entre el 26 de noviembre y el 12 de enero.

Al parecer, los cuerpos de los 77 conejos fueron encontrados con heridas no naturales, como huesos rotos, lo que ha despertado aún más la preocupación de las autoridades y turistas.

Posibles causas de muerte. Como decíamos, a pesar de la detención, las autoridades aún no han determinado una causa concluyente para la mortandad de las criaturas. Sin embargo, el Ministerio de Medio Ambiente de Japón ha indicado que las posibles razones podrían incluir:

  • Enfermedades infecciosas, que podrían haberse propagado debido a la alta densidad de la población y la alimentación irregular proporcionada por los turistas.
  • Condiciones climáticas adversas, especialmente el frío del invierno, que podría estar afectando a los conejos, cuya alimentación depende en gran medida de visitantes ocasionales.
  • Factores humanos, como actos de crueldad o negligencia, dado que se han registrado casos de visitantes que no siguen las pautas de cuidado de los animales. A este respecto, y dado que el sospechoso (Hotta) no es residente de la isla, sino de Otsu, en la prefectura de Shiga, ubicada a medio camino a través del país, se está investigando si realizó visitas esporádicas para llevar a cabo dichos ataques.

Mientras tanto, el gobierno japonés ha subrayado que está trabajando en conjunto con veterinarios y organizaciones de bienestar animal para identificar las causas de estas muertes, y lo hace a la vez que refuerzan la vigilancia y monitoreo de la isla para prevenir futuros incidentes.

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Medidas a futuro. Qué duda cabe, en una sociedad como la japonesa, donde las mascotas ocupan un lugar destacado, el incidente ha impulsado llamadas a reforzar la seguridad de la isla y mejorar las regulaciones para proteger a los conejos de posibles agresores. Se estudian opciones como la instalación de cámaras de vigilancia, restricciones de acceso y campañas de concienciación para garantizar el bienestar de los animales y la sostenibilidad de la isla como destino turístico.

La paradoja de una isla con un pasado oscuro. La Isla de los Conejos representa un fascinante ejemplo de cómo el pasado militar de un lugar puede transformarse en un atractivo turístico. Además, también pone de manifiesto los desafíos de la intervención humana (una vez más) en los ecosistemas.

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