El Madrid se metió en la final de la Supercopa por insistencia, porque sus defensas son temibles, sobre todo en ataque, y porque tiene un genio entre sus suplentes. Brahim Díaz revolucionó la noche árabe con su talento, rematando en el último suspiro de la prórroga su actuación estelar, subrayando el lema blanco. Hasta el final. Porque el Madrid ruvo perdido un derbi maravilloso, abierto y desatado. Esperó a la prórroga y remontó dos veces la desventaja ante un Atlético que sabe cómo desnaturalizar al equipo blanco. Simeone es un ogro para el Madrid, En partidos abiertos o cerrados, con pocos goles o con muchos, consigue llevar al límite los derbis. Llegó al 85′ por delante tras un error de Kepa, desafortunado, pero entraron Kroos y Brahim para cambiar el duelo, igualar primero y remachar en la prórroga.
El juego
Tenía razón Ancelotti al mosquearse por tanto derbi con el Atlético. Es un adversario que le incomoda, le detecta las debilidades y las castiga con eficacia. Lo demostró en LaLiga, la única derrota blanca hasta ayer, la que hizo mucho daño en palabras del italiano. Pues el Madrid se comportó como si no hubiera aprendido nada de aquello, con una alineación sin ariete y una defensa amable en el juego aéreo, como se rompió el primer derbi. Los centros a Morata. Bastó un córner desde la derecha de Griezmann, de dentro a fuera, para encontrar solo a Hermoso, que cabeceó a la red. Se desconoce si la marca de Rodrygo estaba asignada, pero su eficacia fue nula.
El 1-0 tan tempranero puso el partido en el punto idóneo para el Atlético. Además, el plan del Madrid de presionar en la salida sobre los centrales rojiblancos se caía por las escasas prestaciones defensivas de su dupla brasileña. En una de esas salieron cinco rojiblancos contra tres defensores, pero el pase de Llorente llegó a Morata ya sin ángulo. Al lateral de la red. Pero todo lo fino que anda el Atlético en ataque lo pierde atrás. Bastó un córner desde la derecha para que Modric y Rüdiger replicasen el gol de Lisboa. Los curtidos centrales rojiblancos ni vieron al alemán, con diferencia la mayor amenaza aérea rival.
Corrigió algo Ancelotti colocando a Valverde, que había empezado en derecha, al centro, donde se había consolidado junto a Kroos. Eso y el empate cambiaron la dinámica del duelo, que pasó a poder blanco. Rodrygo probó por vez primera a Oblak tras combinar con Vinicius. Un aviso para el segundo, insospechado, que nació de un robo y cambio de juego de Valverde. Recibió Mendy, que rompió por dentro y siguió la progresión del ataque blanco. La pelota cayó a Carvajal, que cerró el centro a la posición de delantero centro donde apareció Ferland por sorpresa. Resolvió con un toque sutil de exterior, exquisito. Un golazo.
La ventaja blanca tampoco estabilizó el encuentro. Sobre todo por los problemas de ambos para defender con rigor. Griezmann lo aprovechó para regalar una acción prodigiosa arrancando desde línea de medios, quebrando de tacón a Modric y Rüdiger, atacar el espacio y cruzar con la derecha, duro, a la costura de las redes. Obra de arte para el genio de Macon. En pleno festival, Oblak firmó una de las paradas del año al sacar con la tibia, ya vencido, un remate a bocajarro de Rodrygo, al que habían dejado solo el buen pase de Rúdiger y la ternura de los centrales rojiblancos.
Alberola Rojas, señalado en los vídeos de la previa, había despachado un arbitraje muy british, dejando jugar. Cerró el primer acto sin permitir que el Atlético lanzase un córner. Mantuvo la tónica en la reanudación, permitiendo mucho contacto. Ancelotti y el Cholo ajustaron piezas sin cambiarlas para mejorar en defensa. Así lo hicieron, afeando lo que había sido un partido divertidísimo. Participó poco Bellingham en el primer tiempo, y menos en el segundo, y bien que lo echó de menos el Madrid. Se escurrió el tercer cuarto de partido con una única ocasión destacable, una de Samu Lino originada por un error de Carvajal. El disparo se fue junto al palo.
Los tiempos extras
Tiempo de cambios. Sin sorpresas. El Cholo relevó a sus carrileros y Ancelotti, a su cerebro. Entró Kroos, que nunca escuchó tantos pitos y tanta bronca. La afición local castigó sus críticas a la Liga saudí. Estaba claro que quien cometiera un error se volvía para casa. Fue de Kepa, que salió a por un centro de Riquelme desde la derecha, se le escurrió de los guantes y el rebote en Rüdiger fue a la jaula. Protestó el portero un supuesto empujón de Morata, poca cosa. Ahí sí, ahí ya hizo cambios Ancelotti, por obligación. Camavinga y Brahim. Ambos básicos en este Madrrid, al igual que Kroos. Por delante de varios. No me hagan señalar, que está feo. Hay que reconocer que el italiano es un tipo con suerte. Una buena salida desde el rincón derecho del área propia, bien activado por Kroos, pasó de Bellingham a Vinicius, salvó Oblak con las piernas, le cayó a Bellingham, sacó primero Oblak de nuevo y después Hermoso, pero Carvajal, llegador consumado, colocó en la escuadra. 3-3.
El Madrid acabó arrinconando al Atlético en su área, replegado en dos líneas de cinco. A Griezmann le cayó un buen balón tras medir mal Camavinga y Nacho, pero estaba tieso. Y quien pudo evitar la prórroga fue Brahim, que se fue de dos defensores en un palmo pero el remate se fue cruzado. Nada. El Cholo es experto en llevar los derbis a la prórroga. Metió a Correa por Morata. Joselu, en la banda. Pese a ser 9 y lanzador de penaltis. Entró en el segundo tiempo de la prórroga, y resultó decisivo, al acudir a un centro de su cuñado, desviar y ayudar a que Savic desviara a su portería. Se volcó a por el empate el Atlético, y recibió el quinto, en una carrera supersónica de Brahim para superar a Oblak, que había subido a rematar. Demasiada diferencia para un derbi espectacular al que colaboró un arbitraje notable. Los blancos tienen cita el domingo. Los atléticos, una semana para preparar la revancha.