Un equipo de antropólogos ha confirmado que los escitas, cuya historia como temibles guerreros se remonta hace más de 2.000 años, llevaban sus flechas en aljabas de cuero hechas con la piel de sus enemigos, informa Arkeonews.
Se trata de un antiguo pueblo nómada que vivió en las estepas de lo que hoy es el sur de Rusia y Ucrania entre los ríos Danubio y Don. Sus miembros eran famosos por ser hábiles jinetes y guerreros indiscutibles. Así, el historiador y geógrafo griego Heródoto escribió hace 2.400 años que los escitas quitaban la piel a sus enemigos y con ello fabricaban, por ejemplo, fundas para sus flechas, pero no había pruebas hasta el momento.
«Desollando la mano derecha del enemigo, sin quitarle las uñas, hacen de ella, después de adobada, una tapa para su ataba; y no hay que admirarse de esto, pues el cuero humano, recio y reluciente, sin duda adobado saldría más blanco y lustroso que ninguna de las otras pieles», narró el ‘padre de la historia’ en uno de sus textos.
Ahora, los investigadores han logrado confirmar la afirmación de Heródoto y los resultados del estudio fueron publicados en la revista Plos One.
Gracias a las nuevas tecnologías de análisis de ADN, los científicos examinaron las proteínas de colágeno en muestras tomadas de 45 artículos de cuero que se recuperaron en los últimos años de tumbas escitas fechados entre los siglos V-IV a. C. en las modernas regiones de Jersón y Zaporozhie, ahora parte de Rusia, así como en la región de Nikolayév, en Ucrania.
De este modo, lograron determinar que casi todas las muestras utilizadas en las aljabas estaban hechas de piel de caballo, vaca, cabra u oveja. Sin embargo, en dos muestras, un examen más detenido demostró que se trataba de piel humana, lo que respaldó el macabro relato de Heródoto.
No obstante, los escitas no fueron los primeros en utilizar piel humana para fabricar cuero. A lo largo de la historia, se han hallado evidencias de su uso en diversos fines como la encuadernación y algunos rituales.
Los autores del estudio sugieren que sus resultados no solo validan las leyendas sobre los guerreros escitas prehistóricos, sino que también demuestran que los combatientes fabricaban sus aljabas con materiales de fácil acceso.