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Los fenómenos naturales, como sismos, lluvias torrenciales y huracanes, están aumentando en intensidad y frecuencia, exponiendo a miles de hogares y edificaciones a un riesgo creciente.  

México, que ocupa el octavo lugar a nivel mundial en incidentes naturales y está entre los primeros 30 países con mayores afectaciones económicas -según la Comisión de Seguros y Finanzas-, ante lo cual enfrenta un desafío significativo en la gestión y protección contra estos eventos catastróficos.

“Las aseguradoras desempeñan un papel vital en la reducción de riesgos, y en Mapfre estamos comprometidos a ofrecer soluciones que no solo respondan a las necesidades actuales, sino que también integren la prevención para fortalecer la capacidad de recuperación de comunidades y empresas.», comentó Oscar A. Pineda. director ejecutivo Técnico de Mapfre.

De acuerdo con académicos de la UNAM, más del 75% de las edificaciones afectadas en el sismo de 2017 en la Ciudad de México estaban destinadas a viviendas, con el 66% correspondientes a edificios de departamentos. Mientras que, en otros estados del país, al menos el 33% de las estructuras dañadas fueron casas habitación. A pesar del riesgo que representan estos desastres, solo el 6.5% de las viviendas en México cuenta con una póliza de seguro por riesgo catastrófico, según la AMIS.

Asimismo, los expertos de Mapfre plantean que la creciente frecuencia de desastres naturales, potenciada por el cambio climático y la expansión urbana en zonas de alto riesgo, plantea retos importantes para el sector asegurador

El enfoque que deben de tomar las aseguradoras que operen en el territorio mexicano no solo se debe de centrar en la indemnización de las pérdidas, sino en desarrollar estrategias que fortalezcan la capacidad de respuesta”.

Señalan que actualmente, el sector asegurador está integrando modelos avanzados para la predicción de riesgos climáticos que consideran el impacto de los desastres naturales. A diferencia de los métodos tradicionales basados únicamente en datos históricos, las soluciones modernas emplean analítica avanzada y modelos de circulación globalpara simular la evolución del clima y estimar riesgos futuros con mayor precisión. Estos avances permiten calcular el impacto económico potencial en bienes y negocios, utilizando datos locales en tiempo real, como imágenes satelitales y sensores conectados, para tomar decisiones más informadas y específicas.

“En este contexto, a corto plazo, Mapfre se enfoca en monitorizar estos eventos para ajustar las coberturas de manera precisa. Esta vigilancia continua permite adaptar las soluciones aseguradoras a las necesidades inmediatas de protección. A largo plazo, la empresa busca identificar nuevas oportunidades para mejorar su oferta y comprender mejor el impacto de los desastres naturales en los riesgos generales. Este enfoque integral no solo refuerza la capacidad de respuesta de MAPFRE ante eventos catastróficos, sino que también contribuye a construir un marco más sólido y adaptable para enfrentar futuros desafíos”, explican.

“La preparación para desastres naturales es una responsabilidad compartida. Por eso, asegura su acompañamiento a la sociedad en su esfuerzo por proteger lo que más valoran, ofreciendo soluciones que brinden seguridad y bienestar, además de continuar promoviendo una cultura de prevención que contribuya al desarrollo de una sociedad más resiliente”.

Microsismos

Los microsismos en México se han dado desde hace miles de años y es una actividad completamente normal debido a su ubicación geográfica, refirió el doctor Delfino Hernández Láscares, investigador del Departamento de Biología de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

El profesor indicó que la capital metropolitana se encuentra sobre lo que se conoce como la Cuenca de México, lo que representa la unión de cuatro valles en la parte central del territorio con un eje neovolcánico, cordillera muy rocosa que sirve de unión entre la Sierra Madre Occidental y la Sierra Madre Oriental.

El experto explicó que cuando la lava sale, se enfría y se contrae puede generar rupturas en la corteza y aperturas de grietas que resultan en movimientos telúricos de baja intesidad, pero que pueden sentirse por la población que habita en zonas que los circundan.

«Debajo de las 16 alcaldías que existen en la Ciudad de México se encuentra está estructura geológica, pero hay lugares como las colonias Narvarte y Roma, así como otras del Centro Histórico en las que hya una capa muy delgada, con apenas 15 o 20 metros, ya que este tipo de suelo es muy blando».

Ante lo anterior, el especialista recomendó tener un plan de acción para hacer frente a estos fenómenos naturales, implementar un mantenimiento preventivo en los complejos habitacionales e identificar aspectos relevantes en el entorno.

«Hay mucho que la población debe aprender y hacer. Debemos tener un estilo de vida que contemple este tipo de eventos naturales y tener una educación para saber qué tenemos que hacer antes, durante y después de los movimientos telúricos que cualquier magnitud».

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