Hoy es 19 de Septiembre de 2024, Chihuahua, MX.

Si la reducción de la brecha salarial fuese una materia escolar, México tendría casi dos décadas intentando aprobarla sin éxito. En 20 años, apenas ha disminuido 0.4 puntos porcentuales la diferencia entre los ingresos laborales de las mujeres y los hombres; ellas siguen percibiendo 85 pesos por cada 100 pesos que ganan ellos, de acuerdo con un análisis del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO).

“México no está bien en el tema, porque la brecha persiste. Y si lo vemos en el tiempo, no hemos tenido avances significativos, y ese es el reto, porque una cosa es tener el problema y otra, es atenderlo”, dice Fernanda García, directora de Sociedad Incluyente del IMCO.

Actualmente, en el país la fuerza laboral femenina gana en promedio 15% menos que las remuneraciones que reciben los hombres; sin embargo, advierte el centro de investigación, en la informalidad esta disparidad alcanza el 20 por ciento.

La brecha salarial de género es la diferencia entre los ingresos que perciben las mujeres y los hombres por realizar el mismo trabajo. Este 18 de septiembre, se conmemora el Día Internacional de la Igualdad Salarial, una fecha establecida por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para generar consciencia sobre la importancia de avanzar en este desafío.

“El progreso para reducir esa brecha ha sido lento. Si bien se ha respaldado ampliamente la igualdad de remuneración para hombres y mujeres, su aplicación en la práctica ha sido difícil”, señala el organismo.

Esta disparidad de ingresos bien podría ser un monstruo de mil cabezas. El fenómeno responde a diversos factores, entre ellos, problemas estructurales del mercado laboral, como la alta informalidad y las tareas de cuidados no remunerados, los cuales recaen en su mayoría en las mujeres.

“La brecha se explica por el tiempo que se le destina al trabajo remunerado y la acumulación de años de experiencia. Y en el caso de las mujeres, esa acumulación de experiencia muchas veces se ve afectada por la maternidad; se ven obligadas salir al mercado laboral y les es difícil retornar o tener una carrera ascendente”, expone Axel Eduardo González, coordinador de Datos de México, ¿Cómo Vamos? (MCV).

De acuerdo con un análisis de MCV, la fuerza laboral femenina destina 35 horas semanales al trabajo remunerado, esto es 20% menos que lo invertido por los hombres. Pero en tareas de hogar y cuidados no remunerados la balanza no sólo se invierte, es desproporcionadamente inversa: ellas destinan 42 horas semanales a estas actividades, eso es 121% más que los varones.

En disparidad salarial entre mujeres y hombres, México se encuentra en la posición 119 de 146 economías en el Índice Global de Brecha de Género 2024 del Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés).

“La brecha salarial es la punta del iceberg de toda una serie de problemas estructurales que hay detrás en las desigualdades de género en el mercado laboral. Debajo de este problema están las horas de trabajo. Las mujeres dedican más tiempo a actividades no remuneradas y les queda menos tiempo para el mercado de trabajo

y luego, las que sí participan, pocas alcanzan los puestos de mayor jerarquía, la mayoría está concentrada en puestos de entrada y eso también se debe a un mundo laboral con poca flexibilidad que limita la posibilidad de compaginar las responsabilidades de cuidados con la carrera profesional”, expone Fernanda García.

Y esta falta de flexibilidad laboral –misma que se ha mermado aún más con un retorno masivo a las oficinas– es una de las razones por las cuales las mujeres tienden a emplearse más en la economía informal.

Según el análisis de MCV, la tasa de informalidad laboral de las mujeres es de 54.9%, en el caso de la fuerza de trabajo masculina es de 53.8 por ciento. A decir de Axel Eduardo González, el trabajo informal tiende a reportar ingresos más bajos que el empleo formal; eso también explica la brecha salarial de género.

El impacto en la participación laboral femenina

La baja participación laboral femenina es otro problema estructural del mercado laboral. En el caso de México, sólo el 46.3% de las mujeres participa en el mundo del trabajo, esa proporción es de 76.2% para los hombres.

En el cuarto trimestre del 2023, la participación económica de las mujeres alcanzó una cifra histórica de 46.5%, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE). Sin embargo, en lo que va del 2024, se ha reducido.

Desde la perspectiva de Fernanda García, la baja participación laboral de las mujeres se explica en buena medida por la brecha salarial de género. “Empuja a las mujeres a tomar ciertas decisiones. Cuando las parejas toman decisiones y no hay una red pública de cuidados, ¿quién se sale del mercado laboral? Sale quien tiende a ganar menos, y esas son las mujeres. Y se convierte en un círculo complejo y real”.

Por su parte, Axel Eduardo González señala además que la participación económica de las mujeres en México es una de las más bajas de Latinoamérica. “Esto evidencia que no se han hecho los esfuerzos suficientes desde la política pública para ajustar esta situación. Ese es uno de los grandes pendientes”.

¿Qué ha faltado?

En brecha salarial de género ninguna industria o estado está exento, la realidad es generalizada. Aunque hay entidades como la Ciudad de México (6.1%), San Luis Potosí (6.4%), Chiapas (8.7%) y Veracruz (9.6%) que han logrado los promedios más bajos, el fenómeno sigue presente en todo el país.

En el tintero legislativo hay por lo menos cinco proyectos que tienen relación directa con la reducción de la brecha de ingresos y una mayor incorporación de mujeres al mundo del trabajo. Se trata de la reforma de igualdad salarial, el incremento de los permisos de paternidad, las sanciones por sueldos distintos para un mismo trabajo, la armonización con el Convenio 190 sobre acoso y violencia laboral y la creación del Sistema Nacional de Cuidados. Todas ellas, están congeladas en algunas de las cámaras del Congreso.

Los especialistas coinciden que una de las acciones que más urge es la creación del Sistema Nacional de Cuidados, el cual permitirá redistribuir la carga desproporcionada que tienen las mujeres.

Hasta ahora, opina Fernanda García, los esfuerzos desde la política pública y desde el sector empresarial han transitado de manera aislada. “Por eso el tema del Sistema Nacional de Cuidados es importante, para que no se vea de manera aislada. Hoy se ve así porque no se tiene una institución responsable de liderar esto”.

En eso coincide Axel Eduardo González, políticas como las cuotas de género en posiciones de liderazgo han contribuido, pero son limitadas. “Donde realmente se puede hacer un cambio significativo es en mejorar la participación laboral de las mujeres en el empleo formal y garantizar su permanencia”.

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