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Un par de satélites europeos fueron lanzados al espacio este jueves en la primera misión para crear eclipses solares artificiales mediante vuelos en formación de precisión.

Una vez que comiencen las operaciones el próximo año, cada eclipse falso debería durar seis horas. Esto es un aumento considerable de tiempo con respecto a los pocos minutos que dura un eclipse natural en la Tierra, lo que permitirá un estudio prolongado de la corona del sol o de su atmósfera exterior.

Las sondas partieron desde India.

Presentada como una prueba tecnológica, los dos satélites se separarán en un mes y volarán a 150 metros (492 pies) de distancia una vez que alcancen su destino sobre la Tierra, alineándose con el sol para que una de las sondas proyecte una sombra sobre la otra.

Esto requerirá de una precisión extrema, de apenas un milímetro, el equivalente al grosor de una uña, según la Agencia Espacial Europea. Para mantener su posición, los satélites dependerán del GPS, rastreadores estelares, láseres y enlaces de radio, volando de manera autónoma.

Cada nave con forma de cubo mide menos de 1.5 metros (cinco pies) de ancho. El satélite que proyecta la sombra activa un disco para bloquear el sol del telescopio en el otro satélite. Este dispositivo imita a la luna en un eclipse solar total natural, con el satélite oscurecido actuando como la Tierra.

Eclipses solares artificiales tendrán una ‘enorme relevancia científica’
“Esto tiene una enorme relevancia científica, además de probar el vuelo en formación de alta precisión”, dijo Dietmar Pilz, director de tecnología e ingeniería de la Agencia Espacial Europea.

Los científicos necesitan que la cara deslumbrante del sol esté completamente bloqueada para poder examinar la parte, parecida a una corona, que lo rodea, obteniendo una vista especialmente buena cerca del borde solar en esta misión. Les interesa particularmente aprender por qué la corona está más caliente que la superficie del sol, y también quieren entender mejor las eyecciones de masa coronal, erupciones de miles de millones de toneladas de plasma con campos magnéticos hacia el espacio.

Las tormentas geomagnéticas resultantes pueden interrumpir el suministro eléctrico y las comunicaciones tanto en la Tierra como en órbita. Además, pueden provocar auroras impresionantes en lugares inesperados.

Con una órbita desigual que va desde los 600 hasta los 60 mi kilómetros (de 370 a 37 mil millas) de distancia, los satélites tardarán casi 20 horas en dar la vuelta a la Tierra. Durante seis de esas horas —en el extremo más alejado de la órbita— se dedicarán a generar el eclipse. Los primeros resultados deberían estar disponibles en marzo, tras la revisión de ambas naves, según la agencia espacial.

Se espera que la misión de 210 millones de dólares, bautizada Proba-3, cree cientos de eclipses durante los dos años en los que estará operativa. Una vez que finalice su trabajo, los satélites descenderán gradualmente hasta quemarse en la atmósfera, probablemente dentro de cinco años.

El despegue se retrasó un día por un problema de último momento con el sistema de propulsión de respaldo de uno de los satélites, crucial para el vuelo en formación de precisión. La Agencia Espacial Europea dijo que los ingenieros recurrieron a una solución de software informático.

Con información de El Financiero

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