Moscú. Rusia levantó este lunes la moratoria al despliegue de misiles de corto y medio alcance, que desde 2019 observaba de modo unilateral y condicionado a que Estados Unidos y sus socios de la alianza noratlántica no instalaran ese tipo de armas en ningún lugar del mundo, después de que Moscú y Washington se deslindaron del Tratado INF, siglas en inglés del documento para eliminar los misiles de esa clase que había en Europa, firmado por ellos en 1987.
“El ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia constata que ya no existen condiciones para mantener la moratoria unilateral al despliegue de misiles de corto y medio alcance y está autorizado a declarar que la Federación Rusa ya no se considera más vinculada a las limitaciones que se impuso con anterioridad”, indica el comunicado oficial que difundió a través de su página web.
Sostiene que la propuesta rusa de declarar una moratoria análoga con el propósito de evitar una nueva carrera armamentista “no encontró reciprocidad” en EU y sus aliados. Lamenta que estos no sólo “anunciaron sus planes de instalar misiles de esa clase en diferentes lugares”, en especial en la región de Asia-Pacífico, sino que han conseguido avances significativos en instrumentar proyectos que afectan la seguridad de Rusia.
La cancillería rusa acusa a Estados Unidos de “iniciar la producción en serie de ese tipo de misiles”, de realizar incontables ensayos y movimientos de militares, que apuntan a que “están preparando las infraestructuras para su despliegue”.
También preocupa a Moscú que “algunos aliados” de Washington “tengan planes de adquirir cohetes estadunidenses de corto y medio alcance o de comenzar a fabricar su propio armamento de ese tipo”.
Denuncia que Estados Unidos y sus aliados quieren crear junto a las fronteras de Rusia “un potencial de misiles desestabilizador”, el cual representa “una amenaza directa, de orden estratégico, para nuestro país”.
La renuncia a la moratoria no significa que comienza a instalar desde este momento misiles con un rango de alcance de entre 500 y 5 mil 500 kilómetros, que podrían alcanzar cualquier capital europea.
La cancillería especifica: “La decisión sobre los parámetros concretos de las medidas de respuesta la tomará la dirigencia de la Federación Rusa con base en el análisis interdepartamental del volumen de emplazamiento de misiles de corto y medio alcance de Estados Unidos y otros países de Occidente, así como del desarrollo general de la situación en el ámbito de la seguridad internacional y la estabilidad estratégica”.
Este anuncio se produjo tres días después de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ordenó ubicar dos submarinos nucleares cerca de Rusia por lo que llamó amenaza por parte de Dimitri Medvediev, secretario adjunto del consejo de seguridad de Rusia, mientras el Kremlin no quiso este lunes “polemizar con Estados Unidos sobre amenazas atómicas”.
El portavoz de la presidencia rusa, Dimitri Peskov, sólo subrayó que Rusia “toma muy en serio el tema de la no proliferación nuclear y creemos que todos deben ser sumamente cuidadosos con la retórica atómica”.
También restó importancia a la orden de Trump: “Consideramos que ahora no se trata de ninguna escalada, los submarinos estadunidenses de por sí se encuentran en alerta de combate”, aclaró.
Peskov pidió no dar tanta importancia a lo que suele decir Medvediev: “En cada país los altos funcionarios tienen puntos diferentes sobre lo que acontece, es normal. Hay gente muy pero muy crítica con Estados Unidos y los países europeos, pero no hay que olvidar que la política exterior de Rusia la formula (el presidente) Vladimir Putin y es mejor basarse en su posición”, enfatizó.
Los estudiosos rusos de la política de Estados Unidos, por ejemplo Aleksandra Filippenko, consideran que Trump, agobiado por su presunta vinculación al escándalo del delincuente sexual Jeffrey Epstein, aprovechó la oportunidad que le dio Medvediev, sin ser ese su propósito, para desviar la atención del público estadunidense con la “amenaza rusa”.
En todo caso, Putin recibirá esta semana al emisario de Trump, Steve Witkoff, quien tiene previsto venir a Moscú “uno o dos días antes (miércoles o jueves siguientes) de que venza el plazo del ultimato” (en palabras del republicano) el 8 de agosto.