Miles de manifestantes tomaron las calles de Sao Paulo el sábado, en medio de una ola de protestas en todo Brasil en oposición a un proyecto de ley que penalizará aún más el aborto. Si se aprueba, dicho proyecto equiparará la interrupción del embarazo después de las 22 semanas con un homicidio.
El proyecto de ley, propuesto por legisladores conservadores y que será sometido a votación en la cámara baja, también se aplicaría en casos de violación. Sus detractores afirman que quienes buscan un aborto después de ese plazo son principalmente niñas víctimas de violación cuyos embarazos suelen ser detectados tardíamente.
Para movilizar a la oposición, grupos defensores de derechos crearon la campaña ‘Una niña no es una madre’, que ha inundado las redes sociales. Carteles, calcomanías y banderas con la consigna han abundado en las manifestaciones. Y en imágenes virales, en las que aparecen mujeres con capas rojas, se compara a Brasil con Gilead, el patriarcado teocrático creado por Margaret Atwood en su novela distópica “The Handmaid’s Tale”.
Unas 10 mil personas, principalmente mujeres, llenaron varias calles del bulevar principal de Sao Paulo la tarde del sábado, según cálculos de los organizadores. Esta ha sido la mayor protesta hasta ahora, después de los eventos realizados en Río de Janeiro, Brasilia, Florianopolis, Recife, Manaus y otras ciudades. Muchos de los manifestantes vestían ropas y pañuelos verdes, que son un elemento común en las movilizaciones por los derechos de las mujeres en toda América Latina.
Marli Gavioli, de 65 años, se había abstenido de protestar desde las manifestaciones de la década de 1980, en que se pedía el fin de la dictadura militar, pero dijo a The Associated Press que está demasiado indignada como para quedarse en casa.
“No puedo mantenerme fuera de esto, o lo lamentaré demasiado. Nosotras, las mujeres, estamos siendo atacadas desde todos los frentes. Ya es hora de que hagamos algo”, subrayó.
Brasil sólo permite el aborto en casos de violación si existe un riesgo evidente para la vida de la madre, o si el feto no tiene un cerebro funcional. Fuera de estas excepciones, el código penal brasileño impone entre uno y tres años de prisión a mujeres que interrumpan su embarazo. Algunas brasileñas viajan al extranjero para abortar.