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La Paz. Bolivia, que atraviesa una profunda crisis económica por falta de divisas, está en riesgo de incurrir en un incumplimiento del pago de su deuda externa si no consigue nuevo financiamiento, informó el presidente Luis Arce en entrevista con la Afp.

«Estamos procurando no entrar en default. Tenemos toda la intención de pagar nuestra deuda, ¿pero si no tenemos los recursos?», señaló el mandatario izquierdista en la sede de gobierno.

Arce, en el poder desde 2020, no logra que el Parlamento apruebe los préstamos internacionales que solicitó a entidades multilaterales. Según él, la oposición de derecha y los congresistas afines al ex mandatario Evo Morales se han unido para bloquear sus pedidos de financiamiento.

El mandatario, quien declinó presentarse a la relección en las presidenciales del 17 de agosto, enfrenta el descontento popular por la elevada inflación, que se disparó en mayo a más del 18 por ciento interanual, el dato más alto registrado en los últimos 17 años, así como una marcada escasez de carburantes y dólares.

La carestía motivó protestas sociales y cortes de vías que duraron dos semanas, impulsados por Morales, ex aliado de Arce.

Actualmente hay mil 800 millones de dólares en solicitudes de fondos internacionales que hasta ahora no han sido discutidas por los legisladores.

El país necesita hasta diciembre 2 mil 600 millones de dólares para la importación de carburantes y el pago de la deuda externa.

«Estamos haciendo el peor negocio como país. Porque cuando uno tiene deuda externa, paga capital e intereses» al acreedor, y esa salida de dólares «se compensa con el ingreso de los nuevos desembolsos» provenientes de nuevas deudas, lo que no ocurre ahora, señaló.

La deuda representa el 37.2 por ciento de sus ingresos nacionales brutos, según el Banco Mundial (BM).

Sus principales acreedores son el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe (CAF), el BM y China.

Bolivia casi agotó sus reservas internacionales líquidas para solventar su política de subsidios a los combustibles, que importa a precio internacional y vende subvencionados internamente.

La última vez que Bolivia dejó de pagar su deuda externa fue en 1984, durante el gobierno del izquierdista Hernán Siles Zuazo.

Evo, el mayor adversario 

Arce asumió el poder en 2020, apoyado entonces por Morales. Arrolló en las urnas con un 55 por ciento de los votos.

Pero la crisis económica fue haciendo mella su imagen.

Hoy es uno de los mandatarios más impopulares de Sudamérica. Solo un nueve por ciento de los bolivianos aprueba su gestión, según la encuesta Latinobarómetro de 2024.

Responsabiliza de ello a Morales. El líder cocalero desde 2023 anunció sus intenciones de volver al poder. Su oposición ha sido feroz desde el parlamento y las calles.

Aseguró que su ex aliado golpeó en los últimos años «con toda su artillería hacia el gobierno nacional», en momentos en que su administración «estaba comenzando a despegar».

A las puertas de una nueva elección presidencial en agosto, Bolivia podría ver un viraje en su modelo económico, después de casi dos décadas de la izquierda en el poder.

La derecha lidera ahora las encuestas de intención de voto para los venideros comicios, con el empresario Samuel Doria Medina y el ex presidente Jorge Quiroga.

«Si estamos dando paso a la derecha para que entre en las próximas elecciones (…), es el pueblo boliviano el que va a sufrir, no va a ser Evo Morales», afirmó.

Él aún cree que el candidato oficialista, el ex ministro Eduardo del Castillo, podría ser la gran sorpresa en las urnas, aunque en las encuestas está por debajo del 3 por ciento de la intención de voto.

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