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Desde que se estrenó Oppenheimer el pasado julio, el nombre de Robert Downey Jr ya empezó a sonar como uno de los favoritos al Oscar en la categoría de mejor actor de reparto por su magnífico papel en la piel de Lewis Strauss en la película de Christopher Nolan. Y así ha sido. Encarnar al político conservador que acusó al padre de la bomba atómica de comunista y espía le ha reportado su merecida estatuilla después de arrasar en la temporada de premios.

Esta era su tercera nominación después de ser candidato como mejor actor por Chaplin (1993) y como actor de reparto en Tropic Thunder (2008). «Gracias colegas. Querría dar las gracias a mi horrible infancia y luego a la Academia». «No es ningún secreto que yo necesitaba este trabajo más de lo que este trabajo me necesitaba a mi. Chris lo sabía y me rodeó del mejor reparto que podía tener», ha comenzado a decir en un discurso divertido y sincero en el que ha agradecido desde a su mujer, su madre fallecida, hasta su estilista y su abogado, «que se ha pasado la mitad de su carrera tratando de lograr que me aseguraran y sacarme de la cárcel», ha comentado.

Todo un reconocimiento a este intérprete neoyorquino de 58 años que a mediados de los años noventa tocó fondo con las drogas -su padre, el director Robert Downey Sr le invitó a su primer porro a los seis años- y tuvo varios problemas con la justicia que le llevó a pasar varias veces por prisión. Su resurrección vino años después, ya en 2005, gracias a la productora Susan Levin, que se convirtió en su segunda esposa, a la que conoció en el rodaje de la película Gothika. En 2007, el actor firmó el contrato que le vinculaba al que probablemente sea su personaje más popular: Iron Man en el universo de Marvel. Y luego también se convirtió en Sherlock Holmes a las órdenes de Guy Ritchie.

Con información de Vanguardia

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