LaLiga tiene un patrón. El día señalado, frente al mejor adversario de la competición, el Real Madrid cuajó un partidazo soberano, minimizando sus defectos y dando brillo a sus virtudes.
No tenía central y el Girona no remató a portería. No fue por defecto visitante, un conjunto admirable por su valentía y su frescura, pero sucumbió engullido por el fútbol vertiginoso y preciso del equipo blanco.
Vinicius Junior arrancó el recital al que se engancharon Bellingham, Kroos, Rodrygo, Camavinga… A este nivel hay pocos conjuntos capaces de dar la réplica.
Con un lateral y un pivote como centrales, un extremo de lateral y un medio centro como delantero centro, Ancelotti remendó como pudo la alineación para hacer frente al Asombroso Girona.
Un equipo con una personalidad extraordinaria, y quedó demostrado en el minuto y medio inicial. Desde el saque de centro, gestionó la pelota y los espacios hasta merodear el área, donde la perdió.
Presionó la salida y recuperó el balón, tres segundos después. Pues contra un conjunto tan admirable, el Real Madrid se marcó una exhibición.
La encabezó Vinicius Junior desde muy pronto. Cuando está centrado y no bracea, es un portento. No se sabe si le estimuló tener enfrente a Eric García, pero cuajó un primer tiempo de Balón de Oro.
Desbloqueó el partido recibiendo como extremo, deslizándose en horizontal y soltando un latigazo casi de parado, con la cadera, cruzado al palo contrario, imposible para Gazzaniga.
Continuó la función ayudando en las carreras de Couto, llegando a recuperar incluso como lateral en un centro de Miguel Gutiérrez.
Y dejó lo mejor para el tramo final, un pase con el exterior exquisito, made in Modric, para dejar a Bellingham mano a mano. Jude, con más clase que un instituto, se deshizo de Gazzaniga y anotó a puerta vacía, llamando al himno de los Beatles. Gol de Pichichi.
No jugó mal el Girona. Ni mucho menos. No le quemó la pelota, alargó las posesiones, se instaló en campo ajeno siempre que pudo. Pero el Madrid le castigó las espaldas y fue brillante, con y sin balón.
En el último capítulo, llamó la atención la implicación colectiva, pero brillaron los defensas circunstanciales. Lucas lleva un mes estupendo, tanto que no se nota el desplazamiento de Carvajal.
Lo del 2 es otro asunto. Se las apañó como central izquierdo, aliado con Tchouaméni, para que contener a Dovbyk. Sólo tuvo una el ariete, y le taponaron entre ambos.
Bueno, tuvo otra, en la prolongación del primer acto, pero filtró en profundidad y cortó Kroos, el futbolista perfecto. No perdió un balón, abrió el catálogo de pases al pie de 30, 40 ó 50 metros, y encontró siempre la solución para lanzar a sus compañeros.
Tenía que intervenir Míchel, y lo hizo. Pablo Torre por Portu. Ganó presencia en ataque nada más arrancar el segundo tiempo, especialmente por banda izquierda.
Fue la primera vez en que intervino Lunin, para desviar un centro venenoso de Miguel Gutiérrez que terminó sacando Mendy., Honra al cuadro gironí esa valentía temeraria, y más ante un rival de tanta calidad y tan inspirado.
Porque cayó dolorido Bellingham del tobillo, le apañaron lo justo y acudió a remachar el tercero. El gol del cojo. Y el del genio, porque la jugada previa de Vinicius, un uno-dos eléctrico ante Couto no acabó en tanto por la mano de Gazzaniga.
El 3-0 desató al Madrid, que no tardó en completar el póquer, y tuvo su historia. Porque Rodrygo no estuvo fino, presionado por el empuje de Brahim, pero hay pocos futbolistas con su capacidad para conducir en velocidad con el balón pegado al pie.
Tac, tac, tac. Así arrancó de la medular, se plantó en la frontal y resolvió con violencia, cruzado. Otro golazo. 4-0.
Así, así gana el Madrid, cantó el Bernabéu a pleno pulmón. Como había cantado una semana antes Montilivi, tras perder por sanción a Blind y Yangel Herrera.
Los echó de menos, especialmente al centrocampista. Se desconoce qué habría ocurrido con ellos, pero el nivel del Real Madrid fue extraordinario. Los cambios sirvieron para dar descansos y confirmaron que la suerte estaba echada.
El equipo blanco pensó en la Champions y el Girona, en contener la hemorragia y evitar males mayores, como al sustituir a Dovbyk. Se estrenó Güler en el Bernabéu, aunque las ovaciones unánimes fueron para Modric, Kroos y Vinicius.
Al final, el Real Madrid tuvo el 5-0 en la última jugada del partido; sin embargo, Joselu falló el penalti, a pesar de que Güler lo quiso tirar, con lo que evitó una ‘manita’ de escándalo ante el segundo lugar de la LaLiga EA Sports.