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La guerra entre el sector de medios y el sector de tecnología por la inteligencia artificial generativa alcanza un nuevo nivel

La guerra entre el sector de medios y el sector de tecnología por la inteligencia artificial generativa alcanza un nuevo nivel

La guerra latente entre el sector de tecnología y el sector de medios en torno a la inteligencia artificial generativa acaba de tornarse seria.

Para una tecnología que plantea preguntas profundas sobre la forma en que se producen y utilizan cosas como texto, imágenes y música, las impugnaciones legales este año han sido sorprendentemente pocas y espaciadas. Varios novelistas, periodistas y comediantes demandaron por violación de derechos de autor con afirmaciones de que utilizaron su trabajo para entrenar modelos de lenguaje de gran tamaño, mientras que Getty Images se enfrentó a Stability AI por el uso de su biblioteca de imágenes y se presentó una demanda contra Anthropic por letras de canciones.

Sin embargo, la mayoría de los principales propietarios de derechos se contienen, con la esperanza de encontrar formas de compartir el botín de la nueva tecnología en lugar de intentar boicotearla. En los dos únicos acuerdos notables entre los mundos de la tecnología y los medios hasta el momento, AP permitió que se utilizaran sus archivos para entrenar los modelos de OpenAI, mientras que Axel Springer, propietario de Politico, Die Welt y Business Insider, llegó a un acuerdo más amplio con la misma compañía anteriormente este mes.

Eso hace que la demanda que acaba de presentar el New York Times contra OpenAI y Microsoft sea una señal ominosa de lo que nos espera en 2024. Según el Times, meses de negociación no lograron producir condiciones que protejan los derechos de la compañía y que proporcionen una compensación justa.

Las demandas sobre la inteligencia artificial generativa tienen una fuerte resonancia de los primeros casos que establecieron la base legal para los motores de búsqueda. Luego, los tribunales estadunidenses dictaminaron que era “uso legítimo” indexar contenido protegido por derechos de autor cuando se utiliza para crear nuevos servicios de búsqueda “transformadores”. También se descubrió que los breves fragmentos de texto y las imágenes en miniatura que se muestran en los motores de búsqueda no sustituyen al contenido original, lo que limita el daño que la búsqueda podría tener en los negocios de las compañías de medios.

En esta ocasión hay algunas diferencias importantes. En su demanda, el NYT mostró cómo convenció a ChatGPT de OpenAI y a Bing, impulsado por inteligencia artificial de Microsoft, para que produjeran citas extensas y textuales de sus informes.

Además, si bien los motores de búsqueda fueron diseñados para enviar tráfico a otros sitios web, los servicios de inteligencia artificial generativa como ChatGPT responden preguntas directamente, lo que los convierte en un sustituto más obvio del material original. Estos mayores riesgos legales deberían hacer que las compañías de inteligencia artificial duden en someter a prueba su defensa del “uso justo” ante un jurado.

Sin embargo, también hay consideraciones que pesan en la otra dirección, empezando por el hecho de que el riesgo de un veredicto del jurado impredecible va en las dos direcciones. OpenAI podrá señalar que los editores de noticias pueden bloquear fácilmente el rastreo de su contenido si no quieren que se utilice para capacitar a sus Modelos de Lenguaje de Gran Tamaño (LLM, por sus siglas en inglés). Eso es algo que muchos editores, incluido el NYT, hicieron este año.

Además, la inteligencia generativa amenaza con convertir en mercancía muchos tipos de información. Una vez que entrenen sus modelos con el contenido que obtienen de AP y Axel Springer, OpenAI necesitará menos archivos de noticias adicionales. Esto limita seriamente la compensación que cada editorial podrá negociar, así como el número de acuerdos bilaterales que las empresas de inteligencia artificial estarán dispuestas a alcanzar.

Todo esto hace que el resultado más probable sea regresar a la mesa de negociaciones antes de un enfrentamiento judicial. La inteligencia artificial generativa promete crear grandes mercados nuevos para el contenido de medios: la pregunta, como siempre, es cómo se debe compartir el botín.

Las compañías de medios esperan aprovechar la tecnología directamente, entrenando modelos de inteligencia artificial en sus archivos y resumiendo su contenido de noticias para mejorar sus propios servicios. Pero a juzgar por la gran audiencia que ChatGPT generó en sus primeros meses, los chatbots inteligentes y otros servicios impulsados por inteligencia artificial parecen destinados a convertirse en enormes sitios de medios.

Axel Springer ganará “decenas de millones de euros” al año por su acuerdo con OpenAI. Para una tecnología transformadora que podría poner de cabeza a gran parte del negocio de medios, es posible que eso no sea mucho. Incluso un pago de 40 millones de euros sólo añadiría alrededor del 1 por ciento a los ingresos de Springer cada año. A cambio, los grupos de noticias corren el riesgo de ceder su audiencia a las compañías de inteligencia artificial. También podrían ver diluido el valor de sus marcas si ChatGPT y sus sucesores se convierten en los nuevos oráculos de internet.

Con la inteligencia artificial generativa todavía en pañales, es imposible imaginar con exactitud a qué nuevos servicios va a conducir o qué valor tendrán. Eso, más que nada, hace que sea difícil para las compañías de medios acordar condiciones que cedan sus derechos futuros. Pero a medida que la inteligencia artificial generativa empiece a llegar a más usuarios de internet, lo único que hará la presión para llegar a un acuerdo será aumentar.

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