Valentina Petrillo se enamoró del atletismo a los siete años mientras veía al velocista italiano Pietro Mennea ganar el oro en los 200 metros en los Juegos Olímpicos de Moscú 1980.
“Dije que quería ser como él”, contó Petrillo, una mujer transgénero que creció como niño. “Me quería poner la camiseta azul (de Italia), quería ir a los Olímpicos. Pero —y hay un pero— lo quería hacer como mujer, por que no me sentía un hombre. No me sentía yo mismo”.
World Athletics prohibió el año pasado que mujeres transgénero que hicieron la transición después de la pubertad compitan en la categoría femenina en eventos internacionales. Pero su contraparte paralímpica, World Para Athletics, no tomó la misma decisión.
Petrillo, quien fue diagnosticada como adolescente con la enfermedad de Stargardt, una condición de la vista degenerativa, se considera afortunada a pesar de estos retos. Vivió casi toda su vida como hombre y le dijo que era transgénero a su esposa —con quien tiene un hijo— en el 2017 antes de comenzar la terapia hormonal dos años después.
“Sí, tengo un problema de visión, tengo sólo visión parcial, soy trans —y déjenme decir que eso no es lo mejor en nuestra Italia, ser trans —pero soy feliz”, le comentó a The Associated Press en una entrevista en la pista en la que entrena en un suburbio de Bologna.
“Comencé mi transición en el 2019 y en el 2020 cumplí mi sueño que era participar en la categoría femenina, competir en el deporte que siempre amé”, dijo en italiano. “Llegué a los 50 años antes de que se hiciera realidad… tenemos derecho a otra opción de vida, una segunda oportunidad”.
Información tomada de Associated Press