Hasta el último momento, el primer aterrizaje de Japón en la Luna, que se convertía así en el quinto país en lograrlo, parecía un éxito. La telemetría decía que la sonda SLIM se había posado sobre el satélite, pero la confirmación de que todo había ido bien tardaba en llegar. Minutos después, la Agencia Japonesa de Exploración Aeroespacial (JAXA) cortó la transmisión y pidió a la audiencia que esperase mientras comprobaban el estado de la nave. La agencia ha explicado, dos horas después del aterrizaje, que tiene comunicación con la nave, pero los paneles solares no pueden generar energía, probablemente porque se encuentra mal orientada, lo que significa que se quedaría sin energía para operar. Sin embargo, según han explicado responsables de JAXA durante una rueda de prensa, “aún hay esperanza” de que cuando cambie el ángulo del sol, los paneles generen electricidad de nuevo.
Mientras se trataba de averiguar si SLIM estaba bien, en la estación de Robledo de Chavela, cerca de Madrid, comenzaron a recibirse las señales de la sonda y de LEV-1, uno de los robots exploradores que viajaban con ella. Parece probable que el aterrizaje haya sido suave, dejando a la nave con capacidad para comunicarse y para dejar con vida a sus dos robots acompañantes, pero es posible que no se haya posado en la posición ideal.
Japón aspiraba a convertirse hoy en el quinto país que ha logrado aterrizar con éxito sobre la Luna con uno de sus artefactos, tras la Unión Soviética, EE UU, China y la India. Pese a que la posición en la carrera no parece brillante, la agencia espacial japonesa (JAXA) viste su reto con capacidades que hacen pionera a su misión. La sonda SLIM (siglas en inglés de aterrizador inteligente para investigar la Luna), también conocida como “francotiradora lunar”, quiere posarse con una tecnología de mucha mayor precisión que la habitual. El módulo Eagle, con el que Armstrong y Aldrin se convirtieron en los primeros humanos en llegar a la Luna, tenía la precisión suficiente para clavarse sobre una elipse de 20 kilómetros de largo por 5 de ancho. SLIM pretende posarse a una distancia máxima de 100 metros del punto elegido para hacerlo, en el cráter Shioli. Unos instantes antes de tocar el suelo lunar, SLIM lanzará sus dos robots exploradores, LEV-1 y LEV-2.
Además de probar su sistema de aterrizaje preciso, SLIM lleva a bordo dos pequeños robots exploradores, LEV-1 y LEV-2 (vehículos de excursión lunar, de sus siglas en inglés). El primero, del tamaño de un microondas y dos kilos de peso, se puede mover dando saltitos. Tiene una cámara para tomar imágenes, termómetro, medidor de radiación e inclinación y puede comunicarse con la Tierra. El LEV-2, es una esfera algo mayor que una pelota de tenis y pesa 250 gramos, y puede partirse en dos para asomar dos cámaras.
Japón ya ha conseguido aterrizar con dos misiones, Hayabusa 1 y 2, en asteroides muy lejanos, pero la Luna plantea retos diferentes, dada su mayor atracción gravitatoria. En declaraciones a la agencia Reuters, Kazuto Saiki, un profesor de la Universidad Ritsumeikan, que ha desarrollado la cámara infrarroja de SLIM, afirma que su país, “no puede batir a EE UU, China o India en términos de recursos” dedicados a una misión lunar. Por eso, considera relevante que se centre en desarrollar tecnologías que puedan resultar interesantes para que otros países las incorporen a sus proyectos. Con este enfoque, quiere desempeñar un papel como socio junto a otros países. Está previsto que en 2025 lance una misión robótica conjunta junto a India y en los próximos años planea enviar a un japonés a la Luna en colaboración con el programa Artemis, de la NASA.
Con información de El País