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Los perros tienen una obsesión incomprensible por revolcarse en sustancias que huelen mal. Puede ser que sea parte de una forma de comunicación entre los animales que apenas estamos empezando a entender.

Eso es lo que le pasaba al investigador Simon Gadbois cada vez que llevaba a su border collie Zyla a sus viajes de estudios.

Mientras él analizaba a los animales salvajes en Nueva Escocia, en Canadá, su perra Zyla de repente se paraba, pegaba el hocico al suelo y, antes de que Gadbois pudiera hacer algo, se revolcaba entusiasmada en la tierra hasta que el olor lo dominaba todo.

«En caso de que nunca hayas olido caca de castor antes, es horrible, realmente asqueroso y se siente durante varias semanas», dice Gadbois.

Gadbois, dedicado al estudio del comportamiento animal de los lobos, zorros y coyotes salvajes en Canadá, había entrenado a Zyla para que lo ayudara a encontrar a los animales. Pero por alguna extraña razón, su perra también disfrutaba de revolcarse en excrementos de castor.

«Más allá de lo que yo quisiera, ella iba a hacer eso. Uno pensaría que aquella costumbre podía interferir en su capacidad de oler y rastrear a otros animales, pero realmente no afectaba ni un poco a su rendimiento», dice Gadbois.

Esta situación que puede sonarle familiar a la mayoría de los dueños de perros: tu querida mascota vuelve con un olor terrible después de revolcarse en excrementos.

Gadbois ha pasado gran parte de su carrera intentando comprender cómo los perros, así como otros miembros de la familia de los cánidos, experimentan el mundo a través de sus narices. De todos modos, hasta él puede, por momentos, sentirse desconcertado.

Estas son algunas de las explicaciones.

Herramienta de caza
Los humanos domesticaron a los perros a partir de los lobos hace 23.000 años, y a partir de entonces empezamos a convivir con ellos.

Pero, a pesar de esta larga historia compartida, es sorprendente que haya tan poca investigación sobre los motivos que hacen que los perros disfruten de revolcarse en las heces de otro animal.

Una de las principales teorías es que esa tendencia a embadurnarse es simplemente un resabio evolutivo de sus días como depredadores salvajes.

Si es así, aunque les hayamos enseñado a sentarse, quedarse quietos y tirarse a un costado, parece que no hemos podido suprimir este apestoso instinto básico.

«Puede haber tenido una función muy importante en algún momento hace mucho tiempo. Con el tiempo, esa función ha desaparecido, pero todavía lo hacen», dice Gadbois.

Ciertamente, los lobos ruedan sobre las heces de otras especies, e incluso sobre los cadáveres de animales muertos.

Una explicación sobre este comportamiento es que puede ser una forma de camuflaje olfativo para los depredadores al acecho de sus presas.

Sin embargo, un estudio de 1986 en el que un grupo de biólogos observó cómo el comportamiento de dos grupos de lobos cautivos en Canadá ante ciertas sustancias olorosas pone en duda esta tesis.

En aquel momento, los investigadores expusieron a los lobos una variedad de olores diferentes. Para su sorpresa, detectaron que los lobos estaban menos interesados en revolcarse en las heces de herbívoros como ovejas o caballos. Los científicos no vieron a los animales frotarse con estos olores en absoluto. De igual manera, como alimento eran también poco atractivos.

En cambio, sus aromas favoritos fueron olores artificiales como perfume o aceite de motor. Para un animal que podría querer disfrazar su olor con el de su presa, elegir oler como algo tan ajeno a su entorno natural es, al menos, sorprendente.

Sin embargo, los investigadores también encontraron que el segundo aroma favorito de los lobos eran las heces de otros carnívoros como los pumas y los osos negros.

Pat Goodmann, una experimentada cuidadora de animales en Wolf Park, en Indiana, que ha pasado muchos años estudiando el olor en lobos, ha notado un comportamiento similar entre los lobos que ella estudia.

«Aquí en Wolf Park, los lobos están dispuestos a embadurnarse del aroma a cánidos desconocidos y de los gatos domésticos. Esto plantea una gran posibilidad de que los lobos salvajes puedan también hacerlo del aroma del depredador, algo que en realidad no les ayudaría a pasar desapercibidos a la hora de cazar», dice.

Aunque los lobos pueden cazar ocasionalmente por medio de emboscadas, lo más habitual es que persigan a sus presas, lo que no requiere tanto sigilo.

Pero entonces, ¿podría tener esto otra finalidad relacionada con el camuflaje?

Forma de protección
En lugar de ocultarlos de las presas, podría ayudar a los cánidos más pequeños a evitar a otros depredadores.

La idea podría estar respaldada por una investigación publicada en 2016 por Max Allen, un ecólogo que en ese momento estaba en la Universidad de Wisconsin en Madison y que ahora trabaja en la Universidad de Illinois Urbana-Champaign.

Allen, con la ayuda de cámaras controladas de forma remota, captó una serie de comportamientos inusuales en zorros grises que vivían en el área de Santa Cruz en California.

Los zorros grises, normalmente solitarios, visitaban regularmente sitios que los pumas machos solían marcar con su olor. Las imágenes mostraban a los zorros restregando el hocico en el suelo recién marcado con la muy olorosa orina de los pumas.

Allen cree que los zorros usaban el olor dejado por estos grandes depredadores felinos como una forma de camuflarse ante otros grandes depredadores como los coyotes.

«Los coyotes son mucho más grandes que los zorros grises, pero parecen querer eliminarlos, ya que compiten por los mismos recursos», dice Allen.

«Los zorros realmente no pueden contraatacar, por lo que explotan el olor a puma para obtener algún tipo de protección. Con oler como un puma podrían ganar tiempo para escapar».

Sin embargo, esto no explica por qué los cánidos más grandes, como los lobos, también se embadurnan con el olor dejado por otros depredadores.

Es posible que los zorros machos simplemente estén frotando su cabeza y cuello para dejar su propio olor, ya que suelen jtener junto a la boca glándulas circumorales que segregan una sustancia similar a la grasa.

Forma de vincularse
Cuando se trata de tu perro, podría haber un aspecto social en este comportamiento. Simplemente podría estar tratando de compartir un olor interesante contigo.

Para los animales que parecen experimentar gran parte de su mundo a través de sus narices, podría ser una forma útil de compartir información con el resto de su manada. Las hienas manchadas, por ejemplo, se revuelcan entre los cadáveres que encuentran en la naturaleza.

Un estudio de hienas cautivas encontró que cuando los animales llevaban el olor a carroña en su piel, tendían a recibir más limpieza, olfato y otro tipo de atención de los miembros de su grupo. Cuando el olor era reemplazado por el olor a alcanfor, las interacciones sociales se reducían.

Del mismo modo, un estudio de lobos etíopes mostró que tendían a revolcarse por el suelo después de alimentarse, aunque también se les vio rodando en excrementos humanos y en el suelo por donde había pasado un grupo de personas.

Goodmann dice que su difunto colega, Erich Klinghammer, fundador de Wolf Park, propuso que el balanceo de olores puede ser una forma de lo que él llamó «comunicación poco perspicaz», donde los lobos no son necesariamente conscientes de llevar olor a otros en su pelaje.

También ha notado que el revolcarse en olores tiene una asociación con la comida.

«Especulé que el olor a comida en el aliento del lobo y en su pelaje indicaba que había más sobras para buscar para los lobos que querían volver a la fuente del olor», dice Goodman, quien había visto a los lobos cómo después de comer pedazos pequeños de alce, al recibir uno grande, comieron y después se revolcaron.

Sin embargo, es probable que haya una parte del comportamiento vinculado a los olores que todavía estamos tratando de entender.

Un estudio de lobos en un zoológico de Croacia, por ejemplo, parece indicar que revolcarse en olores puede ser parte de una forma más compleja de comunicación sobre el mundo que los rodea.

Notaron que cuando a estos animales se le presentaban diferentes tipos olores, en un período de dos años, los lobos parecían ser bastante más selectivos en los olores que elegían para revolcarse.

Si bien pasaban mucho tiempo olfateando estiércol de herbívoros como ciervos y conejillos de Indias, eran olores inusuales -como el curry, el romero y la lana de oveja- los que desencaden el comportamiento.

Los investigadores detrás del estudio sugieren que el comportamiento podría ser causado por el encuentro de olores desconocidos y una forma de comunicarse con el resto de la manada.

Identidad grupal
Gadbois cree, sin embargo, que puede haber una explicación más simple.

En las manadas de lobos que estudió en Canadá, el animal principal tiende a ser el primero en rodar en un fuerte olor, seguido por los demás.

«Podría ser que se trate de establecer un olor grupal. En los lobos que estudié, si uno comenzaba a frotar algo como un cadáver de ciervo, toda la manada lo seguía y lo frotaba. También he visto esto en coyotes y zorros en la naturaleza. Parece convertirse en el olor que compartes con todos los demás en el grupo», dice.

Esta idea de compartir un olor para aumentar la sensación de «unión» también se ha visto en perros salvajes africanos, donde las hembras se revuelcan en la orina de los machos de un grupo al que buscan unirse.

Del mismo modo, los perros salvajes africanos se frotan regularmente contra las glándulas olfativas de los otros en la manada para captar su olor.

Esto respalda la idea de que los animales que viven en manada, como los lobos y los perros, pueden usarlo como una forma de congraciarse con el grupo.

También podría ser una forma de que los animales de manada mejoren su posición social. Al llenarse del aroma de un animal más veterano, podrían contagiarse de su estatus.

Un estudio reciente dirigido por Roberto Cazzolla Gatti, un biólogo de la Universidad de Bolonia, Italia, ha apuntado a algunas explicaciones más complejas.

El trabajo que él y sus colegas han realizado sugiere que los lobos son capaces de reconocerse a través de los olores que dejan tras de sí. Algo como mirarse en una especie de «espejo olfativo».

Los lobos cautivos que su equipo estudió nunca se revolcaron en su propio olor, pero sí lo hicieron en olores de otros en su grupo, en lobos no compañeros y en un perro. También en aceite de anís.

Esto parece indicar que son «conscientes de los olores de los otros que quieren recoger de su entorno», dice Cazzolla Gatti. «El comportamiento olfativo podría tener múltiples funciones: mimetismo, sociabilidad e identidad», añade.

El placer por revolcarse
También puede ser que los animales simplemente disfrutan de revolcarse en olores fuertes.

La tesis del especialista en comportamiento animal, Michael Fox, en su libro de 2007 Dog Body, Dog Mind es que los perros pueden simplemente estar recogiendo aromas por placer, de la misma manera que los humanos se rocían en perfume.

Fox sugiere que los perros podrían disfrutar de la estimulación olfativa de olores que resultan desagradables a nuestro olfato.

El psicólogo canino Stanley Coren coincide en que los perros podrían obtener una estimulación olfativa de los olores que para nuestras narices son desagradables. Lo compara con un “mal sentido de la estética”, similar a los humanos que usan ropa ruidosa y colorida.

Cualquiera que haya visto la alegre reacción de su perro después de frotarse con algo asqueroso lo entenderá.

Las partes del cerebro asociadas con las recompensas se iluminan en los perros domésticos cuando se encuentran con un olor que reconocen, como un humano familiar, en comparación con una persona desconocida.

Los miembros de la familia de los perros no son los únicos animales que se frotan con el olor: los gatos también son conocidos por este comportamiento.

Más recientemente, se descubrió que los cerdos domésticos, otra especie con un sentido del olfato altamente desarrollado, preferían frotarse en aceites de origen vegetal en comparación con los perfumes sintéticos.

Pero su motivación también sigue siendo un misterio.

Lamentablemente, esto nos deja sin una respuesta definitiva de por qué nuestros perros parecen inexplicablemente atraídos por las heces de otros animales.

*Este artículo está adaptado de una historia publicada originalmente por BBC Earth en 2017. Se ha actualizado con la última investigación.

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