El presidente Andrés Manuel López Obrador volvió a ser cuestionado por los señalamientos en contra del exgobernador de Chihuahua y senador electo de Morena, Javier Corral, quien es acusado por presuntos actos de corrupción, delito que el mandatario federal se propuso erradicar a lo largo de su sexenio y el que, de aceptar a Corral dentro de su movimiento, terminaría por opacar el discurso que lo llevó a ocupar el Poder Ejecutivo.
Ante los representantes de la prensa que se dan cita en el Salón de la Tesorería de Palacio Nacional, López Obrador insistió que las acusaciones en contra de Corral Jurado corresponden a un acto de venganza por parte de militantes del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y del Partido Acción Nacional (PAN) en el estado de Chihuahua y quienes, a la fecha, se oponen a que el exmandatario llegue al Poder Legislativo.
“Él (Javier Corral) está viendo su caso y es una cuestión jurídica, legal. Nosotros, yo por la experiencia que he vivido y padecido, creo que no debe de haber venganzas políticas y siento que el querer detener a Corral llevaba ese propósito”, justificó.
Corral enfrenta un proceso en Chihuahua por el presunto desvío de más de 98 millones de pesos durante su administración (2016-2021). A pesar de estas acusaciones, el exgobernador aseguró que continuará su defensa legal amparado por el fuero que le confiere su nuevo cargo en el Senado.
El 14 de agosto, Corral fue detenido mientras cenaba en un restaurante en la Colonia Roma, Ciudad de México. Sin embargo, el fiscal de la capital, Ulises Lara, intervino en el operativo, argumentando que la Fiscalía Anticorrupción de Chihuahua no contaba con la autorización necesaria para efectuar la detención en la Ciudad de México.
Corral fue liberado esa misma noche y trasladado en una camioneta fuera del lugar. Posteriormente, la Fiscalía Anticorrupción de Chihuahua presentó una denuncia contra la Fiscalía de la Ciudad de México por presunta obstrucción de la justicia.