Hoy me acordé de un móvil que me abrió la puerta a hablar de tecnología, uno de los que más me marcaron en mi carrera: el Nokia N900. Una auténtica viguería de 2009 que no sólo tenía un hardware de infarto, Nokia logró rivalizar con lo mejor de Apple y Google. Lástima que tuviera un vuelo demasiado corto.
Cuando analizas decenas de móviles cada año resulta muy difícil que alguno se te quede por detalles concretos, por cómo se amoldó a tus necesidades o por lo bien que sacaba las fotos. En mi caso, son pocos los modelos que automáticamente me despiertan recuerdos memorables al pensar en ellos. Y el Nokia N900 forma parte de esa élite, era un auténtico telefonazo. Bueno, es, que lo sigo conservando.
«¿Quieres buena cámara, stylus, teclado físico, emisor de radio FM…?» «Sí»
Teclado físico y stylus. Casi nada
La anterior podría ser una conversación entre los ingenieros de Nokia y el jefe de producto del Nokia N900: lo tenía todo. De hecho, su hardware era tan completo, que hoy en día no encontraríamos ninguno de su estilo. Más potentes, sí, con mejores cámaras, también. Pero no más versátiles.
Con Symbian, el sistema operativo que hizo despegar a Nokia en el terreno de los smartphones, la marca rozó la cumbre aupado por el Nokia N95, otro de mis móviles fetiche. Y se confió, no vio venir la ruptura tecnológica que supuso el iPhone y el despegue en paralelo de un Android que sí que supo entender a la competencia. Symbian era mucho más lento que los nuevos sistemas para móviles, más limitado. Nokia necesitaba un reemplazo.
Symbian era demasiado lento para competir con iOS y Android. Maemo demasiado experimental
Maemo, el sistema operativo integrado en el Nokia N900, fue un SO móvil basado en código abierto (con núcleo Linux, como Android) cuya principal característica fue la apertura. Recuerdo hacer maravillas con su código, aparecían aplicaciones para cubrir cualquier necesidad, en su momento se mantenía por delante de sus competidores. El hardware del teléfono potenciaba las posibilidades del software.