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Serio. Mucho. La cara de Carlo Ancelotti en la sala de prensa de Son Moix dejaba claro que la lectura que había hecho en vivo del empate ante el Mallorca le provocaba desazón. No lo ocultó. No se refugió en escusa alguna. Fue claro y directo: «No estamos contentos. Se podía hacer mucho mejor». Nada de árbitro, calor, primer partido de LaLiga, ambiente… Directo a su equipo y a lo que expuso sobre el verde de Son Moix.

Porque el Madrid recibió del Mallorca un mensaje claro. El que le dice que en esta Liga, por muy favorito que se sea y grandes jugadores que se tenga, los puntos hay que sudarlos, en especial fuera de casa. Arrasate supo descubrir defectos al gran favorito, al campeón de todo. Y Ancelotti vio claro por dónde pasan los problemas.

Sin presión…

«La presión tras perdida». En eso puso el foco el entrenador blanco cuando resaltó los problemas que él definió como evidentes. El equipo blanco, en especial en la segunda parte, no fue nada agresivo cuando perdía la pelota. A excepción del tramo final, cuando el reloj ya era un enemigo más para el Madrid, el Mallorca se sintió cómodo a la hora de transitar, de buscar el enlace entre su defensa y sus medios. Demasiadas facilidades en un aspecto que en el fútbol actual ha de ser una prioridad.

El repliegue no fue el adecuado y quedó claro en la charla de Bellinhgham al descanso con los de arriba: «Vamos a acabar las jugadas, porque correr para atrás…».

Laterales sin ayudas

El Mallorca centró y centró desde las dos bandas en busca de la cabeza de Muriqi para que el kosovar se las jugara luego con Rüidiger y Militao. Carvajal y Mendy apenas recibieron ayudas, ni de los extremos ni de un medio campo que debía ocupar espacios a los que de arriba no llegaban. Fue algo parecido a lo vivido en septiembre del año pasado en el Metropolitano, ese partido del que tantas cosas aprendió y corrigió el Madrid.

Exceso de individualismo

El Madrid tiene una delantera de talento puro. Jugadores capaces de cambiar por sí solos el rumbo de un partido con una acción genial. Pero también el riesgo de que esos futbolistas caigan en la tentación de que cuando el partido se enreda creer que deben solucionarlo ellos. Así ocurrió tras el empate de Muriqi. En especial en el caso de Vinicius. Seguro de su poderoso uno contra uno, el brasileño no eligió bien nunca y cayó en una serie de acciones personales que apenas inquietaron al Mallorca. Mbappé y Rodrygo no anduvieron mucho más finos cuando el partido se complicó.

La sombra de Kroos

Es algo que el Madrid sabe que tiene que superar. Debe ser un equipo distinto, que no quiere decir peor. Pero ahora mismo son tantos los mecanismos que tiene que necesitan a Kroos que es imposible no leer los partidos sin acordarse del 8. En Mallorca se notó que no había a quien entregarle la pelota para cambiar el ritmo, a quien buscar para dar fluidez al juego y que el equipo de Arrasate no tuviese tan claro qué y cuándo iba a hacer el Madrid las cosas. Ahora mismo, para ese proceso, la figura de Modric se antoja clave.

Partidos

Tchouaméni y Valverde tienen un trabajo ingente por delante. Porque la ayuda de los de arriba no es que sea muy generosa. Más allá de los esfuerzos de Bellingham en la recuperación, el trío de arriba está ideado para explotar en velocidad, pero no para sumar mucho en defensa. Pero lo tendrán que hacer. Es algo que Vinicius entendió la pasada campaña, que Rodrygo tiene más interiorizado y que Mbappé deberá asumir. No es que se deba matar en defensa, que ni está para eso ni se le pide, pero sí activar desde arriba al equipo para que no se parta.

Compromiso defensivo

La madre de todas las virtudes de su equipo para Ancelotti. «Cuando estamos concentrados en defensa, todos, es más sencillo porque la calidad que tenemos es muy alta», ha explicado en numerosas ocasiones el entrenador del Madrid. Fue algo que echo de menos en Son Moix, y lo dijo. Carletto sabe que en el fútbol actual de poco vale acumular talento si el equipo no es capaz de moverse en unos altos rangos de compromiso defensivo. La temporada pasada, acosado por las bajas, el Madrid destacó por su trabajo colectivo, por la capacidad de todos de ayudar atrás y arriba. El camino de esta temporada no puede ser otro.

Los cambios

Un tema que va a dominar la semana, y Ancelotti lo sabe. Brahim, el mejor de la pretemporada y de buena parte de la pasada temporada, sólo ha tenido en los dos partidos oficiales siete minutos: cinco en Varsovia y dos en Palma. Extraño. Güler, igual. Carletto tiene un plan claro, que no pasa por rotar en las primeras jornadas. No es una tarea fácil la que tiene, la de compensar el poderío de sus estrellas capaces de resolver un enredo con un chispazo con la de jugadores que pueden cambiar el partido desde el banquillo… con minutos para hacerlo.

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