“No voy a dar marcha atrás” en nada, en ninguna de las reformas, fue una definición muy clara del presidente ultraderechista Javier Milei en su discurso la noche del viernes ante el Congreso, cargado de agresiones a los políticos, gobernadores, legisladores, trabajadores y sostenido por mentiras, promoviendo un pacto fundacional basado en una extorsión para prácticamente remplazar mediante decretazos a la Constitución, manteniendo su política de disolución del Estado, la entrega del país, y la soberanía nacional.
Su llegada al Congreso fue similar al de una especie de emperador del subdesarrollo, apareciendo con la banda y el bastón presidencial, y haciéndose acompañar por los granaderos de San Martín, a caballo, algo que ningún mandatario ha utilizado salvo en el día de asunción, obligando a cambiar el escenario donde debía hablar como lo hicieron todos sus antecesores, por un atril, al que hubo que agregar un escalón para que sobresaliera.
Incluso se silenció el sonido de las cámaras y los micrófonos para que nadie escuchara a quienes desafiando al más grande operativo de seguridad que se haya visto en estos casos lograron hacerle saber su indignación por las condiciones de vida de la mayoría de la población.
Dentro de la Asamblea estaba todo preparado para instalar en los “palcos” a sus aplaudidores y sólo podían enfocar a estos, a los diputados de oficialista La Libertad Avanza y algunos de sus asociados. La mayoría que no aplaudía nunca fue enfocada.
El relato es necesario, para acompañar un discurso, agresivo, donde aludió a los legisladores, a los que había calificado como “ratas” en sus últimos discursos, a los gobernadores “degenerados fiscales” que reclamaron por los fondos adeudados a las provincias, a los sindicalistas, a sus opositores, mostrándose como una víctima de haber recibido la “peor herencia” en la historia del país, lo que es falso para justificar su política de ajustes y de represión.
Entre otras frases, Milei ratificó su política de “motosierra”, para atacar al Estado, que según él “hace todo y todo lo hace mal”, y afirmó que “a mayor Estado presente, mayor despilfarro y menor bienestar para los argentinos de bien». Los argentinos de bien son ellos mismos y por supuesto los poderosos.
Fue evidente el ataque a la educación, que calificó de izquierdista y se refirió, como antes hicieron funcionarios del gobierno del ex presidente derechista Mauricio Macri (2015-2019) a la necesidad de terminar con la universidad que para Milei son “un negocio más de la política».
Las universidades públicas sólo tienen fondos para unos meses, lo que se agravará este mes cuando lleguen las tarifas de luz y de gas, que acabarán inclusive con escuelas públicas.
Además Milei no se vuelve atrás en sus reformas, ni en las medidas tomadas que dejarán a millones en la indigencia y la pobreza, agrediendo a todos aquellos que han logrado en estos años difíciles, especialmente después de la crisis de 2001, buscar formas solidarias como los comedores populares para atender a niños hambrientos y a un pueblo condenado a la extinción por abandono estatal y hambre en un país rico en alimentos.
Los legisladores de la peronista Unión por la Patria (UxP) respondieron a Milei, que los acusó de no ver las bondades de su gobierno, que es él quien no ve la realidad y que “los agravios y las excusas no tapan la realidad”.
“A nuestro país lo maneja una persona que se preocupa más por la cantidad de likes y retuits en X que por lograr acuerdos para sacar al país adelante. Milei sigue de campaña electoral (…)No planteó una sola iniciativa que auxilie las realidades económicas de las provincias”, agregaron.
El presidente no perdona al peronismo, ni a los derechos adquiridos durante los gobiernos de Néstor y Cristina Fernández de Kirchner. Quiere regresar a los tiempos del ex presidente Carlos Menem (1989-1999), quien privatizó todo lo que pudo incluso suprimiendo los ferrocarriles, confesando que lo “admira y que tomará su ejemplo para gobernar”.
El cotitular de la Confederación General del Trabajo, Héctor Daer, destacó la urgencia de derogar el decreto de necesidad y urgencia del 20 de diciembre pasado “que continúa vigente casi completamente hasta ahora” por el retraso de la vicepresidenta Victoria Villarruel, para impedir que lo vote el Senado , para lo cual no le alcanzan los números.
El cuestionamiento de Daer hace referencia a uno de los puntos del discurso en el que Milei propone darle prioridad a los convenios por empresa frente a los convenios colectivos por sector. “No vamos a negociar el cambio», sostuvo Milei, lo que al parecer no escucharon algunos gobernadores, especialmente de Propuesta Republicana (PRO) entre ellos el de Chubut, Ignacio Torres, o de la Unión Cívica Radical, cada vez más dividida donde hablan del diálogo abierto para el pacto político del 25 de Mayo, sin mencionar deben aceptar no sólo el DNU y la ley ómnibus con agregados que pretenden avanzar hacia la disolución del Estado, remplazar por decretos la Constitución, puntualizando, sin ninguna duda de interpretación que “no necesita” ni de los gobernadores, ni de los legisladores para continuar emitiendo decretos, e imponiendo su proyecto que es como dijo eminentemente “capitalista”.
Está todo dicho pero arranca otro proceso, porque a partir del lunes comienzan los paros en educación; hay paros de transportes, bajo amenazas gravísimas, ya que Milei opinó en favor del protocolo de la ministra de Seguridad Patricia Bullrich, que viola todas las normas locales e internacionales asegurando que el que “para no cobra” y que los sindicatos y movimientos deberán pagar los gastos que significa la movilidad de las fuerzas de seguridad y que los dirigentes de las protestas, individualizados serán detenidos.
Con información de La Jornada