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 Fuerzas israelíes se han trasladado a Jabaliya, en el norte de Gaza, para recapturar una zona en la que hace semanas afirmaban que Hamas había sido desmantelado, mientras tanques y efectivos continúan avanzando hacia la sureña ciudad fronteriza de Rafah.

La ofensiva en Jabalia, que alberga un campo de refugiados en expansión, muestra lo difícil que probablemente será una operación en Rafah, donde se refugian mas de un millón de palestinos. Residentes de Jabaliya huyeron por calles tapizadas de escombros, cargando sus pertenencias en costales. Relataron que proyectiles de tanques impactaron en el centro del campamento y que los ataques aéreos destruyeron manzanas de casas. Funcionarios de salud informaron que han recobrado 20 cuerpos de palestinos abatidos en los vuelos nocturnos.

Este lunes, el secretario estadunidense de Estado, Antony Blinken, advirtió a Israel que una ofensiva en gran escala en Rafah podría provocar “anarquía” sin eliminar a Hamas. La agencia de Naciones Unidas para refugiados palestinos, Unrwa, estimó que unas 360 mil personas han huido de Rafah desde que los militares israelíes dieron su primera orden de evacuación, hace una semana.

Khaled Roumi, de 33 años, padre de tres hijos y vecino del barrio Al-Shaboura, en la ciudad fronteriza, refirió: “Preparamos de prisa nuestras cosas para salir del lugar. La situación es horrible; es difícil controlarse uno mismo”. Muchos enfrentan hambre aguda debido a la falta de entregas de ayuda, a raíz de que las fuerzas israelíes tomaron control del cruce fronterizo de Rafah.

“Todas las zonas amenazadas parecen pueblos fantasmas. Los espacios, casas y calles han quedado vacíos. Uno se siente solo al caminar en las calles de esos vecindarios”, dijo Khaled. “La situación es más difícil de lo que se puede imaginar. Ya no hay comida disponible como antes y es difícil conseguir agua. No quedan productos que comprar en el mercado. Los precios suben cada día debido al cierre de los cruces”.

Israel ha recrudecido sus bombardeos aéreos y terrestres en las zonas del este de la ciudad; este lunes hubo muertos en un ataque aéreo a una casa en el vecindario llamado Brasil.

Tropas israelíes intentan eliminar a Hamas a raíz del ataque del 7 de octubre, en el que unas mil 200 personas fueron asesinadas y otras 250 tomadas en rehenes. En el bombardeo, la ofensiva terrestre y el bloqueo que vinieron a continuación han perecido más de 35 mil palestinos, de acuerdo con funcionarios de salud de la franja.

Al asistir este lunes a una ceremonia del Día de la Conmemoración, que marca los soldados israelíes caídos en Jerusalén, el primer ministro Benjamin Netanyahu expresó: “No nos detendremos hasta lograr el colapso del régimen de terror de Hamas. Cobraremos venganza de quienes perpetraron el ataque, hasta el último de ellos. Les quitaremos las armas para que no puedan ya levantarlas contra Israel”.

Personal hospitalario dentro de Rafah teme lo que ocurrirá cuando las provisiones escaseen y las instalaciones se vean saturadas. Alí, joven cirujano en el hospital Al-Kuwaiti, comentó: “Planeamos quedarnos hasta el último momento. Tratamos de seguir atendiendo a las personas aquí en Rafah porque somos la única unidad que todavía recibe heridos y que maneja quemaduras”. Añadió: “Pedimos que el mundo entero se interponga lo antes posible en esta guerra”.

En Jan Yunis, la ciudad más grande del sur de Gaza, donde muchos de quienes huyen de Rafah buscan refugio –pese a que también ha enfrentado una incursión israelí en meses recientes–, empleados de hospitales comentan que nunca habían visto algo así. Un médico británico que se encuentra en Rafah y que pidió anonimato señaló: “En los dos días anteriores, la situación se ha deteriorado todavía más, con varios ataques aéreos y de artillería en el este de la ciudad.

“Cuando llegamos a Rafah, las calles estaban atestadas de palestinos que vivían en tiendas de campaña improvisadas. Ahora la mayoría de esas tiendas han sido desmanteladas y la gente ha huido”, refirió.

Añadió: “El sur de Gaza se está quedando sin comida. Personas desesperadas han estado tomando la ayuda humanitaria de los muy limitados convoyes a los que se permite entrar. Es una catástrofe sobre otra. Nunca en toda mi vida había visto o sabido de algo así”.

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