Durante los primeros cinco años del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador el nivel de actividad en la industria eléctrica, de transporte de gas y suministro de agua se contrajo 26.8%, de acuerdo con datos del Indicador Mensual de la Actividad Industrial (IMAI), que reporta el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi).
Se trata no solo del peor desempeño de este subsector industrial en cuando menos los últimos cinco gobiernos federales, sino que es la primera vez que el indicador experimenta una caída en un comparativo sexenal.
Entre 1994 y 1999 (mandato de Ernesto Zedillo), la variable creció 35.2%; entre los años 2000 y 2005 (mandato de Vicente Fox), lo hizo 61.4%; entre el 2006 y el 2011 (sexenio de Felipe Calderón), subió 19.4%; y entre el 2012 y el 2017 (presidencia de Enrique Peña Nieto), creció 13.1 por ciento.
La caída coincide con el giro en la política eléctrica del actual gobierno, que tiene la intención de priorizar el control sectorial de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) en demérito de la participación privada, que recién se permitió en nuevas modalidades y más ámbitos en la reforma constitucional del 2013.
De modo que el gobierno del presidente López Obrador canceló las subastas eléctricas de largo plazo, que eran instrumentos que obligaban a la CFE a adquirir energía eléctrica para su comercialización a través de contratos, que predominantemente habían sido privados.
Además, se canceló la construcción de dos mega líneas de transmisión eléctrica, que servirían para descongestionar el transporte de la energía eléctrica renovable producida en el Istmo de Tehuantepec y en Baja California.
De acuerdo con la metodología del IMAI, en la medición de actividad de la industria eléctrica se contemplan puntualmente la generación, transmisión, distribución y comercialización de energía eléctrica, además del suministro de agua y de gas natural por ductos al consumidor final.
“La inversión privada en la generación eléctrica se ha visto afectada por las políticas y reformas del gobierno, mientras que la transmisión y distribución de energía eléctrica constituyen monopolios del Estado mexicano”, puntualizó Gabriella Siller, Directora de Análisis Económico en Grupo Financiero Base.
La caída observada en el presente sexenio también ocurre mientras se observa un mayor número de eventos extraordinarios en el Sistema Eléctrico Nacional (SEN), puntualmente alertas operativas (que se decretan cuando la reserva de capacidad del sistema cae por debajo de 6% de la demanda) y estados de emergencia (que ocurren cuando el margen es inferior a 3 por ciento).
Estos eventos —que pueden dar lugar a apagones rotativos para equilibrar la oferta y la demanda de electricidad y evitar daños en la red eléctrica— ha sido especialmente notables en el verano del 2023 y en la primavera de este 2024 (como en los cortes de suministro observados del 7 al 10 de mayo pasados), en coincidencia con la subida de la temperatura a niveles récord y un mayor uso de dispositivos eléctricos de ventilación y de enfriamiento.
Reporte de construcción confirma deterioro
Desde otra arista, la de la actividad del sector constructor, los datos validan el retroceso de la industria eléctrica.
Y es que la construcción de infraestructura eléctrica y de telecomunicaciones en México se retrajo 21.1% entre el 2018 y el 2023, lo que representa el peor desempeño para la variable en cuando menos en los últimos tres sexenios, de acuerdo con cifras de la Encuesta Nacional de Empresas Constructoras (ENEC), que también levanta el Inegi.
En contraste, durante los primeros cinco años del gobierno de Peña Nieto, se observó un crecimiento de 15.5% y durante los primeros cinco años del mandato del expresidente Felipe Calderón Hinojosa, la variable tuvo un avance de 68.3 por ciento. La serie de datos más reciente de la ENEC —base 2018— tiene como datos más antiguos los del 2006.