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Con la llegada de la Ley General de Telecomunicaciones, que supuestamente prohibía las llamadas comerciales a partir de julio del año pasado, era coherente pensar que estas malas prácticas iban a desaparecer. Cuánto nos equivocábamos. A día de hoy, las llamadas comerciales siguen vivas, pese a que nos demos de alta en la Lista Robinson y la ley, a priori, las impida si no hemos dado nuestro consentimiento.

Como recogen nuestros compañeros de Xataka Android, la mejor solución a veces es más sencilla de lo que parece. Con una simple pregunta al teleoperador podemos ahorrarnos, por lo general, que nos vuelvan a llamar de nuevo.

Según está definido en la ley 11/2022, los consumidores tenemos el siguiente derecho:

«No recibir llamadas no deseadas con fines de comunicación comercial, salvo que exista consentimiento previo del propio usuario para recibir este tipo de comunicaciones comerciales o salvo que la comunicación pueda ampararse en otra base de legitimación de las previstas en el artículo 6.1 del Reglamento (UE) 2016/679 de tratamiento de datos personales.»

En mi caso particular, las llamadas con fines comerciales han aumentado respecto a las que recibía el año pasado. De poco sirve bloquear los números: vuelven a llamarte con uno similar. De hecho, a estas alturas me he aprendido varias de las combinaciones que utilizan para evitarlas. Suelen utilizar numeraciones habituales para que las apps no detecten estas llamadas como SPAM, algo más tedioso aún.

Amparándose en un supuesto consentimiento previo que quizás hayamos aceptado algún día y en algún momento pulsando en «Aceptar los términos y condiciones del servicio», las empresas siguen abusando de estas prácticas.

No obstante, hay una pregunta que suele incomodar bastante a los agentes telefónicos y que, generando la pertinente tensión en la llamada, puede lograr que no nos vuelvan a llamar.

«¿Dónde has conseguido mi número?» Por lo general, esta pregunta suele dejar fuera de combate a los operadores, que tratarán de evitarla. Tras insistir en ella, si no se nos responde, queda informar sobre una posible denuncia ante la AEPD (Agencia Española de Protección de Datos). Es una situación incómoda tanto para mí como para un operador que tan solo está haciendo su trabajo, pero recae sobre el tejado de su empresa el realizar prácticas ilegales.

No es una práctica infalible, pero sí bastante útil. Si nos acostumbramos a colgarles, nos volverán a llamar. Si les decimos que no nos llamen sin poner los asuntos legales sobre la mesa, nos volverán a llamar.

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