Imagina ir paseando por el campo y descubrir una curiosidad histórica. Es algo que puede pasarte mientras amplías el terreno de tu casa, pero también paseando por la selva, machete en mano como Catherwood y Stephens para terminar encontrando las ciudades mayas de Yucatán. Pues algo parecido es lo que ha ocurrido con el reciente descubrimiento del primer campo de batalla de Espartaco en el sur de Italia.
No sólo hay armas y restos de una batalla librada hace 2.000 años, también se ha encontrado un fragmento de muro. Pero antes de eso, veamos un poco el contexto.
Espartaco. La de Espartaco es una historia de película, literalmente. Roma no era ajena a las revueltas, pero en el 73 a.C., unos 200 gladiadores de la escuela de Léntulo Batiato en Capua estaban hartos de su condición. Se sublevaron y unos 70 lograron escapar de la tiranía del sistema de entretenimiento romano. No eran demasiados, pero estaban bien entrenados y, además, a medida que avanzaban hacia el sur buscando huir del país, fueron sumando simpatizantes.
Roma envió una primera partida de 3.000 hombres. Valiéndose de la estrategia y el amparo de la noche, el grupo de Espartaco logró la victoria y eso, lejos de aplacar al Senado, los enfureció aún más. El tiempo apremiaba, ya que se dice que, en un año, pasaron de 70 hombres a 60.000, por lo que Roma trajo a sus legiones de élite (que estaban luchando en el frente) para poner fin a la locura.
Craso. Había intereses en Roma por abatir a Espartaco y los suyos, pero quizá el que más ganas tenía de hacerlo era Marco Licinio Craso. Era un político no sólo influyente, sino rico y con multitud de esclavos cultivando sus tierras del sur. Estaba seguro de que Espartaco los uniría a su causa, por lo que, vistas las ganas que le tenía, el Senado le concedió poderes militares y las tropas de legiones que antes habían sido derrotadas por los rebeldes.
Tirando de influencia, Craso reunió un ejército de unos 50.000 soldados que no sólo estaban bien preparados y entrenados, sino que tenían generales curtidos. Mumio tenía dos legiones a su cargo y la tarea de vigilar a los rebeldes, pero se propasó, los atacó y… perdió. Craso actuó ante la humillación con un castigo ejemplar para el resto: aplicando la decimatio. Era una práctica que consistía en matar a uno de cada diez hombres de la legión para restaurar la disciplina y el mensaje era claro: si no os matan los de Espartaco, os matarán vuestros compañeros.
Representación de la muerte de Espartaco
La casualidad. La historia no acabó bien para Espartaco. En una nueva batalla, el héroe de los esclavos halló la muerte y terminó irreconocible, mientras que los que huían eran apresados y crucificados sistemáticamente. Más tarde, Craso fue elegido cónsul y tampoco acabó muy bien de la cabeza (básicamente, lo decapitaron), pero visto el contexto, lo que nos importa es el presente.
Paolo Visonà es profesor Adjunto de la Escuela de Arte y Estudios Visuales de la Universidad de Kentucky y el pasado 11 de mayo se encontraba dando una charla en una pequeña ciudad de Calabria. Es la zona del sur de Italia en la que se dieron los enfrentamientos 2.000 años antes. Y, cuando acabó la presentación, dos personas que pertenecen a una organización ambiental le contaron que habían descubierto algo paseando por el bosque: parecía ser parte de un muro.
El muro. Paolo afirma que los ambientalistas le contaron que no tenían ni idea de lo que era, pero que tenía unos 100 metros de largo y, claro, le hicieron fotos. El arqueólogo comenta: «me di cuenta de inmediato de su potencial». Visonà está seguro de que es parte de un muro construido por las tropas de Craso y, como comentábamos al comienzo de esta historia, «la identificación del sistema defensivo de Craso se produjo por casualidad».
«Fue fácil relacionarlo con la descripción de la fortificación de Craso que encontramos en los textos de Plutarco y Apiano y, mediante el uso de la ciencia exacta, hemos demostrado más allá de toda duda razonable que es muy probable que se trate del auténtico». Una semana más tarde, esas dos personas llevaron a Paolo al lugar, donde además de parte del muro, encontraron lo que parecía ser un foso. Escanearon todo mediante LIDAR, magnetometría (para medir la intensidad del campo magnético) y tomaron muestras del suelo.
Restos de armas
Restos de armas. El arqueólogo cree que el muro se construyó para contener a Espartaco, pero él y el resto de rebeldes atacaron justo en ese lugar. ¿Podría ser la batalla contra las tropas de Mummio? Lo que está claro es que se libró una batalla, ya que Visonà también comenta que se han producido «múltiples hallazgos de armas rotas, algunas de las cuales ya se han identificado de forma concluyente como herramientas del siglo I a.C. Una comparación con restos encontrados en campos de batalla romanos en Eslovenia, corrobora nuestra conclusión».
Premio. Y el descubrimiento de todo esto ha sido fruto de la casualidad, sí, pero lo cierto es que Paolo lleva décadas buscando las huellas de Espartaco en las montañas de Calabria. Concretamente, empezó a realizar trabajo de campo en la zona en 1987 y, aunque pueda parecer que la zona es relativamente pequeña, para un grupo reducido es una tarea titánica.
«Se necesitan décadas para conocer el interior de esa región. El terreno es como el del suroeste de Estados Unidos y no es suficiente toda una vida para conocerlo». Ese terreno escarpado es el que dificulta las cosas, pero ese golpe de suerte no sólo ha sido una alegría para el arqueólogo, sino también un rayo de luz para conocer algo más de nuestra historia.
Objetivo: octubre. George Crothers es profesor asociado del Departamento de Antropología de Reino Unido y colega de Visonà en este estudio y afirma que «ahora que se ha identificado el lugar, espero que se realicen más estudios y se tomen medidas para garantizar su preservación e interpretación para el público».
Para próximas noticias, tendremos que esperar a octubre. Es cuando se estima que habrá acabado el análisis de las muestras del suelo en el que se encontró una concentración de armas rotas y que está siendo llevado a cabo por el Departamento de Ciencias de la Tierra de la Universita degli Studi dell’Insubria de Como, en Italia.