“Monero es un proyecto que no tiene detrás un ente centralizado, fundación o compañía que lo desarrolle; está desarrollado por voluntarios”, dijo en conferencia Andrés Fernández, miembro de la comunidad de Monero desde 2017.
Esta descentralización es una de las características que distingue a monero de otras criptomonedas como ether.
Monero también implementa tecnologías que hacen que las transacciones sean privadas por defecto, sin requerir configuraciones adicionales por parte de los usuarios. Esto significa que el emisor, el receptor y el monto de cada transacción permanecen ocultos.
“Mi abuela puede usar Monero y lo usa igual de privado que yo, que trabajo hace cinco años en su adopción”, dijo Fernández.
La facilidad de uso y la seguridad hacen que esta criptomoneda sea una herramienta poderosa para quienes buscan proteger su privacidad financiera.
Privacidad basada en la comunidad
Desde su lanzamiento en 2014, monero ha crecido gracias al trabajo de una comunidad global. En América Latina, Fernández ha contribuido a este proyecto en la creación de contenido en español y en el desarrollo de herramientas como la primera wallet móvil para el sistema operativo Android.
Eventos como Monerotopia, que se celebró por segunda vez en Ciudad de México en noviembre pasado, han servido para educar al público sobre privacidad, descentralización y resistencia a la censura.
“Monerotopia es una conferencia única, porque no se centra en discusiones de precio o especulación, sino en cómo usar la moneda en el comercio y en las herramientas necesarias para su adopción”, dijo.
Con cientos de asistentes, desde activistas hasta desarrolladores, el evento refleja el interés por construir un ecosistema financiero más resistente a la censura y la vigilancia.
Virtualización del dinero
El auge de monero también responde a tendencias económicas globales. Fernández destacó que “estamos viendo cada vez más inflación y una depreciación constante de las monedas fiat”.
Las monedas fiduciarias o monedas fiat, que ya no tienen respaldo en activos como el oro, están perdiendo valor rápidamente en contextos inflacionarios, como es el caso de las economías argentina o venezolana, en el caso de América Latina.
Esto se suma, de acuerdo con Fernández, a que la virtualización del dinero y la reducción del uso de efectivo han eliminado una válvula de escape que antes permitía a los individuos conservar cierto grado de privacidad financiera.
“En Europa, están imponiendo límites cada vez más estrictos al uso de efectivo, lo que combinado con la inflación hace que esos límites sean cada vez más irrisorios”, señaló Fernández.
Esta tendencia se ve acompañada por el desarrollo de monedas digitales de bancos centrales (CBDC), que permitirán a los gobiernos monitorear y controlar muchas de las transacciones de sus ciudadanos.
“En lugares con gobiernos autoritarios, las CBDC podrían ser utilizadas para penalizar compras, deducir impuestos automáticamente o incluso restringir el acceso a ciertos bienes y servicios”, dijo.
Bitcoin y sus limitaciones
Aunque bitcoin fue pionero en el espacio de las criptomonedas, Fernández sostiene que su diseño transparente lo convierte en una herramienta de vigilancia potencial.
“Si el mundo adopta bitcoin, podríamos terminar con un sistema todavía más opresivo en términos de vigilancia financiera”, dijo.
En contraste, monero se centra en proteger la privacidad de las transacciones, asegurándose de que incluso los usuarios menos técnicos estén protegidos por defecto.
Barreras a la adopción
A pesar de sus ventajas, monero enfrenta varios desafíos. Fernández identifica dos principales: la falta de conocimiento y las barreras regulatorias.
“Todavía es difícil enterarse de que existe monero”, admitió.
El segundo desafío es que la privacidad inherente de monero genera resistencia por parte de gobiernos y corporaciones, que intentan limitar su adopción debido a su potencial para evadir controles. Fernández confía en que estas barreras sean superadas.
“La adopción es genuina; se puede ver en el aumento de transacciones anónimas. Esto demuestra que cada vez más personas encuentran valor en una moneda que protege su privacidad”, dijo.
Futuro de monero
Monero no solo busca ser una herramienta financiera, sino también una declaración de principios en un mundo cada vez más vigilado.
“Es como la libertad de expresión; lo que compramos refleja lo que consideramos valioso. Si eso siempre es público, podría llevarnos a la autocensura”, dijo Fernández.
En un panorama global donde las monedas digitales prometen comodidad pero también plantean riesgos significativos para la privacidad, monero puede ser una alternativa resistente a la censura y a la vigilancia.
Con información de El Economista