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El próximo 30 de septiembre es la fecha en que el todavía presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) dará su última conferencia mañanera, una actividad que comenzó en su Gobierno para informar a los periodistas de sus acciones y que se transmitía por radio, internet, televisión y redes sociales, con la participación en estos tres últimos de Eduardo Daniel Maya Ortega como intérprete del Lengua de Señas Mexicana (LSM).

“El licenciado (López Obrador) utiliza un vocabulario muy cercano a la sociedad en general, muy cercano al pueblo, y eso nos permite a nosotros poder transmitir bien el mensaje”, menciona Daniel Maya sobre la labor que realiza en las conferencias mañaneras del presidente López Obrador.

Con varios años trabajando para instituciones privadas y la Presidencia de la República, menciona que como intérpretes se preparan conociendo la información de su cliente; en el caso de AMLO, leyó libros para entender su trayectoria y la filosofía de sus mensajes, hasta estudió para transmitir de la mejor forma posible su mensaje lo más fielmente posible, actividades que realizan con todas las asignaciones que le dan.

Su experiencia le permite recomendar a las empresas privadas y entidades públicas que deseen mejorar la accesibilidad para las personas sordas, verificar que los intérpretes que contraten estén certificados, lo cual les garantiza que cuenten con las habilidades que dicen tener, además de que pueden acercarse a la Federación Mexicana de Sordos (Femesor), la Unión Nacional de Sordos de México (UNSM) y la Coalición de Personas Sordas (Copesor), entre otras.

Primeras señas

La lengua de señas es un lenguaje que utilizan las personas sordas y que el próximo lunes 23 de este mes tiene su conmemoración a nivel mundial. En México, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), hay cerca de 2.3 millones de personas con discapacidad auditiva; de éstas, el 50% son mayores de 60 años, poco más del 34% tienen entre 30 y 59 años y cerca de 2% son niñas y niños.

Cuando Daniel era un niño de 6, 7 años, convivió con un vecino sordo, razón por la que aprendió el lenguaje de señas, por lo que mantuvo su relación con la comunidad de personas sordas, lo que lo llevó a descubrir que no existían intérpretes en lengua de señas y a ser actualmente el director general de la empresa DM Servicios Lingüísticos y Traductológicos de Lengua de Señas en México.

“La misma comunidad y la vida me fueron jalando para poder ser intérprete, luego ya tuve la oportunidad de estudiar tomar muchos cursos, talleres, en diferentes instituciones por ejemplo Colegio Mexicano de Intérpretes de Conferencias, la Organización Mexicana de Traductores, el Registro de Intérpretes para Sordos de Estados Unidos; en fin, en diferentes lugares, he tenido la oportunidad de incrementar mis conocimientos con relación a la interpretación”, comenta.

Para tener una mejora en la capacitación de los intérpretes de lengua de señas en el país, Daniel Maya considera que es necesario que exista una Licenciatura en Formación de Intérpretes en Lengua de Señas Mexicana, por lo que hace un llamado a las escuelas público-privadas, así como a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y al Instituto Politécnico Nacional (IPN) para que lo tomen en cuenta en sus ofertas académicas.

En algunos planteles de la UNAM, IPN y de la Universidad Autónoma de Metropolitana (UAM), imparten el LSM como parte de los idiomas que ofrecen, “y eso es magnífico porque es una lengua nacional, pero no es lo mismo saber la lengua de señas que saber interpretar, no es lo mismo que te enseñe en lengua de señas a que te enseñen la interpretación”, señala Maya Ortega sobre la importancia de poder cursar esta Licenciatura.

Hasta el momento, como no se cuenta con la licenciatura, sólo se es posible acceder a las certificaciones, las cuales se actualizan cada cinco año

Grandes desafíos 

Lo que indica como el mayor desafío para los intérpretes es dar a entender que ellos pueden hablar en nombre de la comunidad de sordos: “A veces quieren preguntarnos con relación a la comunidad de sordos, cuál es la situación política, social, económica de las personas sordas, y nos preguntan a nosotros porque obviamente la sabemos, porque convivimos con ellos y hablamos la misma lengua, pero nosotros no somos los responsables de hablar en nombre de los sordos”.

El otro reto es que las personas oyentes cambien su mentalidad y dejen de ver a la comunidad de sordos como personas con discapacidad, cuando deben de verlas como personas que hablan una lengua. “También piensan que nosotros trabajamos para las personas con discapacidad y no, nosotros trabajamos con la lengua de señas que utilizan las personas sordas e intercambiamos mensajes o transmitimos mensajes de una lengua a la otra”, refiere el intérprete del LSM.

Pero, así como hay situaciones que enfrentar, también hay motivos de orgullo, como el que México reconoce la LSM como una lengua nacional que también es parte del patrimonio lingüístico de nuestro país; incluso tiene su día para conmemorarla, el cual quedó establecido el 10 de junio, “y se le debe dar el mismo respeto tanto en el uso, como en la investigación, como la preservación”.

Nuevas expresiones 

Entre las expresiones que se abren paso entre las nuevas generaciones se encuentra el lenguaje inclusivo, el cual busca dar representación y valor de forma oral y escrita a diferentes sectores para combatir la discriminación; sin embargo, constantemente se encuentra en el ojo del huracán.

Mientras algunas personas lo defienden y /o comienzan a aplicarlo, señalan que sólo son faltas de ortografía y que la verdadera inclusión sería aprender a escribir y leer el sistema braille y/o saber el LSM. “Yo creo que sí es importante que todos estemos conscientes, ya como intérpretes vamos a nosotros a depender de lo que lo que nos diga nuestro cliente que utilizamos un español como lo dicta la norma o que seamos inclusivos.

“De mi perspectiva, Daniel Maya como individuo, sí tenemos que utilizar un lenguaje inclusivo tenemos que aprender y a quitarnos eso que tramos de muchos años; por ejemplo, yo tengo 53 años de edad, imagínate toda la carga social que cargo, claro que debemos de aprender y cambiar nuestro lenguaje, ya en cuestiones laborales, lo que nos diga la persona que nos contrate, la institución que nos contrate”, finaliza el intérprete.

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