La Oficina Meteorológica de Islandia (OMI) ha confirmado que este domingo por la mañana se ha registrado una nueva erupción volcánica en el norte de la localidad islandesa de Grindavik, al suroeste del país, en la península de Reykjanes. Según la OMI, la erupción comenzó a las 7.57 (UTC) y la apertura de la fisura se localizó al sureste de la montaña de Hagafell, mientras que la parte más meridional de la grieta está a unos 900 metros de Grindavik. La abertura está al sur de las barreras de desviación del flujo de lava que se están construyendo al norte de Grindavík. Ahora la lava fluye hacia la ciudad”, ha avisado la OMI en un comunicado poco después del inicio de la erupción. A primera hora de la tarde, la lava ya había alcanzado algunas viviendas de la localidad. El pasado diciembre, en esta misma región, ya se había producido otro evento de estas características, que entró en equilibrio a las pocas horas.
La actividad sísmica se aceleró bruscamente durante la pasada noche y los residentes de Grindavik fueron evacuados alrededor de las tres de la madrugada (hora local y GMT), según la radio y la televisión públicas islandesas. Los servicios de Protección Civil advirtieron ya en sus redes sociales pocas horas antes que, según la OMI, se habían producido hasta 200 terremotos en la zona durante la noche y la erupción volcánica era “inminente” y la eyección de lava, “el escenario más probable”.
La nueva erupción es más pequeña que la del pasado diciembre —la grieta por la que sale la lava es de casi un kilómetro de longitud y la anterior era de unos 3,5 kilómetros—, pero el magma expulsado ya parece haber superado las barreras de contención que estaban siendo instaladas y se encuentra a solo 450 metros de los primeros domicilios del norte de la localidad, según reporta Europa Press a mediodía de este domingo. Los servicios de protección civil están supervisando de cerca la situación y recuerdan que la mayor parte del pueblo sigue vacío porque muchos de sus ocupantes todavía no han regresado tras la primera evacuación de noviembre. Los servicios de rescate están trabajando para impedir que el magma destruya las máquinas y los vehículos en la zona industrial de la localidad, una importante zona pesquera del suroeste del país.
La lava devora viviendas
Según las imágenes captadas por la radiotelevisión pública islandesa RUV varias horas después del inicio de la erupción, el río de magma que ha emergido del interior de la tierra ha comenzado a devorar las primeras viviendas de la localidad. La OMI ha confirmado en un nuevo comunicado que, efectivamente, “una nueva fisura eruptiva se abrió a las 12:10 de esta tarde, justo al norte de la localidad, y los flujos de lava que salieron de esta fisura han entrado en la ciudad”.
El profesor de Petrología y Vulcanología, Thorvaldur Thordarson, ha advertido, en declaraciones a RUV, que la aparición inesperada de una segunda fisura, muy cerca de la ciudad, “cambia la situación por completo”. “Uno espera que acabe extinguiéndose, pero ahora mismo es solo una esperanza. Ahora mismo es una grieta muy pequeña pero, estando donde está, no tiene buena pinta”, ha indicado. El alcalde de Grindavik, Fannar Jónasson, también ha confirmado la existencia de esta segunda fisura y ha avisado que “ahora mismo se trata de una situación nueva y las perspectivas son bastante aciagas”.
Islandia está entre las placas tectónicas euroasiática y norteamericana y es una de las regiones volcánicas terrestres más activas, con 33 volcanes o sistemas volcánicos catalogados como activos. Durante los dos últimos años, ha habido tres erupciones volcánicas en la isla: en agosto de 2022, julio de 2023 y el pasado diciembre.
La última erupción reportada, hace poco menos de un mes, también era esperada: desde finales de octubre se había registrado una intensa actividad sísmica, con cientos de terremotos en la zona que ya anticipaban una gran erupción. Finalmente, fue el 19 de diciembre cuando se produjo la eyección de lava a unos tres kilómetros al noreste de la ciudad de Grindavik. La grieta en la superficie terrestre tenía unos 3,5 kilómetros de largo y, al principio, expulsaba entre 100 y 200 metros cúbicos de lava por segundo, con columnas de humo de un centenar de metros de altura. Sin embargo, la intensidad del evento comenzó a reducirse a las pocas horas y pronto entró en una fase de equilibrio. “Los científicos que sobrevolaron el lugar de la erupción confirman que no se ve actividad eruptiva y que el flujo de lava de los cráteres parece haber cesado. El resplandor todavía es visible en el campo de lava, posiblemente dentro de canales cerrados”, explicaba la OMI en su cuenta de X (antes Twitter) apenas un par de días después.
Con información de El País