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Hace unas semanas contamos una historia que podría ser perfectamente el guion de una película de Hollywood. Desgraciadamente, el relato es totalmente verídico, y en una de las misiones de espionaje más chanantes que se recuerdan, Estados Unidos se dejó plutonio en las montañas del Himalaya. El tiempo dirá si nos pasa factura aquella decisión, pero en otro punto del planeta donde jugamos a ser dioses, parece que la naturaleza ha dictado sentencia. Y no son buenas noticias.

El estudio. Un nuevo trabajo científico ha descubierto que el suelo, las plantas y el agua de los lugares de recreo más populares cerca de Los Álamos están contaminados con “concentraciones extremas” de plutonio. Peor aún, al parecer, se han desestimado los llamamientos para que el gobierno federal actúe.

Para aquellos que hayan vivido en un búnker, recordamos que la zona será para siempre conocida por ser el lugar donde se desarrolló el Proyecto Manhattan durante la Segunda Guerra Mundial. El proyecto fue el esfuerzo secreto de Estados Unidos para desarrollar las primeras armas nucleares, y Los Álamos, ubicado en Nuevo México, fue el enclave donde se construyó el Laboratorio Nacional de Los Álamos, el epicentro del plan.

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Plutonio excesivo. Los altos niveles de plutonio presentes en las muestras tomadas el pasado mes de julio en el suelo, las plantas y el agua en el espacio de Acid Canyon de Los Álamos pueden ser la contaminación más antigua del estado, anterior a la prueba atómica de Trinity Site de 1945, según ha explicado Michael Ketterer, químico y profesor de la Northern Arizona University e investigador principal del proyecto, “esta es una de las cosas más impactantes con las que me he topado en mi vida. Los isótopos radiactivos están escondidos a simple vista”.

Al parecer, la contaminación heredada por plutonio que se estima que duró hasta la década de 1960, “todavía está afectando la tierra, el agua y, potencialmente, la salud humana. Lo que he encontrado aquí en Acid Canyon, amigos míos, es el escenario de contaminación por plutonio más extremo que he visto en un entorno ambiental no controlado y fuera de las instalaciones”, expresó Ketterer en un comunicado, en alusión a las miles de muestras de plutonio que ha analizado en sus 20 años de carrera.

La inacción federal. En su trabajo, el científico pone la voz de alerta en las instituciones. Ketterer indica que los niveles de contaminación superan las muestras que tomó en propiedades privadas alrededor del antiguo sitio de producción de plutonio en Rocky Flats, Colorado. Una preocupación que por sí sola debería justificar una intervención inmediata de la protección ambiental federal o estatal.

Aunque no es un experto en toxicología, ha explicado que le preocupa que la gente lo ingiera o inhale, ya que está en un espacio público abierto, propiedad del condado. “No creo que la gente lo esté bebiendo, pero sus mascotas podrían hacerlo. Creo que asegurarse de que la gente no lo beba, no lo ingiera y no lo inhale es un punto de partida”, subrayó. Como recuerda también, el plutonio podría llegar a los suministros de agua que finalmente fluyen hacia el Río Grande.

Más plutonio en marcha. Además, el documento se publica poco después de que el Departamento de Defensa de Estados Unidos anunciara que aumentará la producción de fosas de plutonio, un componente básico de las armas nucleares, en Los Álamos.

Mientras tanto, el Senado aprobó un proyecto de ley de defensa con financiación ampliada para quienes estén expuestos a los residuos radiactivos del gobierno. Los defensores de la salud pública locales han mostrado su indignación por la exclusión de la región de Los Álamos de los beneficios.

El cañón ácido. También hay que recordar que, hasta 1963, el laboratorio nacional de Los Álamos escupía residuos radiactivos en un cañón cercano mientras el Departamento de Defensa desarrollaba el arsenal nuclear del país. La zona se saturó tanto de residuos tóxicos que se la denominó Cañón Ácido.

Años después, la Comisión de Energía Atómica y el Departamento de Energía de emprendieron esfuerzos paliativos que costaron 2.000 millones de dólares, y en la década de 1980 consiguieron que la zona cumpliera las normas federales de limpieza para que fuera segura para su uso, según el gobierno. La comisión finalmente cedió el terreno al condado de Los Álamos sin ninguna restricción de usos, convirtiéndose en un sendero de tierra popular entre ciclistas, excursionistas y corredores.

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¿Qué dice el gobierno? Hasta ahora, mientras los defensores de la salud pública han pedido al gobierno que coloque carteles de advertencia a los visitantes para que puedan tomar una decisión informada sobre el uso de un sendero contaminado con desechos tóxicos, el Departamento de Energía solo ha emitido un comunicado indicando que los niveles eran «muy bajos y estaban dentro del rango de exposición seguro».

El nuevo documento podría cambiarlo todo. Ketterer ha explicado que los niveles hallados no solo no son normales. De hecho, estaban entre los más altos que había visto en una zona de acceso público en Estados Unidos durante sus décadas de carrera, comparables a los que se encuentran en Ucrania en el lugar del desastre nuclear de Chernóbil.

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