Un grupo de químicos de la Universidad de Ámsterdam y el Museo Nacional Rijksmuseum descubrieron que el famoso pintor holandés Rembrandt habría estando creando sus propios compuestos con elementos químicos para obtener pigmentos especiales para sus cuadros, como el brillante color dorado utilizado en su obra maestra ‘La ronda de noche’.
Los resultados del estudio, publicados el mes pasado en la revista Heritage Science, detallan el descubrimiento de dos sustancias en particular, que, a diferencia de los demás pigmentos usados en el cuadro, no se obtienen de forma natural, y, por lo tanto, tendrían que haber sido preparados deliberadamente para obtener colores nuevos.
En 2019, se inició un trabajo de investigación y conservación alrededor de la pintura en cuestión, denominado Operación Ronda de Noche, para comprender mejor la obra del artista, especialmente los materiales y técnicas utilizados por el autor cuando a creó en 1642. Por lo que se utilizaron métodos no invasivos de análisis digital como rayos X, espectroscopía y microscopía.
Así, el óleo de Rembrandt reveló que el secreto de sus icónicos colores resplandecientes es la presencia de varios pigmentos tóxicos, como el amarillo de plomo-estaño, mezclado con bermellón de mercurio y azufre, para crear una pintura anaranjada, así como otros tonos de amarillo y rojo de pararrejalgar, un sulfuro de arsénico que solo se obtiene por medio de modificación artificial.
Gracias a estas mezclas, el exponente neerlandés de la Edad de Oro pudo dar toques de luz dorada a los hilos de los bordados jubón y la casaca que lleva el teniente Willem van Ruytenburch, en el centro del cuadro.
Aunque no se ha podido determinar si fue el propio Rembrandt quien hizo las mezclas de pigmentos en su taller o si las adquirió ya hechas, fuentes históricas sugieren que esta última hipótesis puede ser más realista. Asimismo, los hallazgos apuntan a que en la Europa del siglo XVII se disponía de una mayor variedad de pigmentos tóxicos de los que se creía hasta ahora.