Empecemos por el único spoiler que vas a encontrar en este texto: si te gustaron las dos primeras entregas de esta serie, ‘Deadpool y Lobezno’ te va a gustar. Posiblemente te guste muchísimo: Marvel ha hecho una película cuidadosamente fiel a las constantes de las aventuras previas del Mercenario Bocazas, y el cambio de productora apenas ha hecho mella en la violencia, diálogos y chistes atrevidos que maneja la película. Ni siquiera la presencia a los mandos de un icono de lo tibio como Shawn Levy ha afectado al estilo característico de la serie. ‘Deadpool y Lobezno’ es, en definitiva, cien por cien Deadpool.
Esto implica que tenemos todos los ingredientes habituales de las películas del antihéroe: guiños sin descanso; aún más continuas rupturas de la cuarta pared, con personajes muy conscientes de que están en un vehículo de ficción; ultraviolencia y chistes calculadamente incorrectos; y un empleo asfixiante de éxitos pop en la banda sonora. Marvel ha tomado buena nota de lo que hizo populares a las dos primeras entregas y las ha clonado.
Y sí, la película tiene una merecida clasificación R de la que ‘Deadpool y Lobezno’ hace gala constantemente. Es curioso y, en cierto sentido, estimulante asistir a todo este carrusel de excesos en una película Marvel / Disney, pero más lo sería si la película no clonara con tanto descaro los hallazgos de las dos películas previas. En cualquier caso, lo que está claro es que el paréntesis de un año que se está tomando Marvel para diferenciar claramente sus últimos y no muy brillantes estrenos (‘Quantumania‘, ‘The Marvels‘) y el pseudo-borrón y cuenta nueva que nos espera con cosas como ‘The Fantastic Four‘, se agudiza aún más con un cambio de registro tan acentuado como este.
Lo que sí hace Marvel muy adecuadamente es introducir a Deadpool en su gran trama de los últimos años: los multiversos. Como una especie de ‘Spider-Man: No Way Home‘ gamberra e irreverente, ‘Deadpool y Lobezno’ ya tiene justificación para deslizar multitud de guiños en la trama y excusarlos argumentalmente. Si el último tráiler te hizo enfurecer porque destrozaba un par de easter eggs, no te preocupes: la película tiene decenas más en cartera. Y es de esa justificación argumental por la vía de los multiversos de donde proceden los grandes problemas y los grandes hallazgos de la película.
Multiverso mutante
Sin desvelar más de la cuenta, el encuentro entre ‘Deadpool y Lobezno’ se produce por un auténtico desbarajuste en el multiverso que obliga a salir al mercenario de su voluntario retiro. Ya el arranque de la película (con unos títulos de crédito que entonan algunas de las notas más altas e ingeniosas de la película, y que no se repetirá en términos de ingenio ni exceso visual) es complicado de contar sin caer en una avalancha de spoilers, pero dejémoslo en que ambos mutantes tendrán que emprender una misión para salvar el multiverso que les hará encontrarse con personajes como X-23, a quien ya vimos en ‘Logan‘. Un momento: ¿no moría Lobezno en ‘Logan’?
Todo queda apropiadamente explicado en la que es, quizás, la película menos accesible del MCU, hasta el punto de que narrativamente todo está orientado al catálogo de cameos y guiños. Algunos, para qué vamos a negarlo, son espectaculares (aunque no espectaculares tipo Robert Downey Jr.; otro tipo de espectacularidad). Por desgracia, llega un momento en el que la película se convierte en una recopilación de gente entrando en plano a cámara lenta y sin que se le vea la cara. ¿Eres fan de Marvel de largo recorrido? Algunos de estos cameos te harán suspirar de emoción. ¿Te subiste al carro en ‘Endgame‘? Prepárate a pasar media película encogiéndote de hombros.
No tenemos nada en contra del fan service cuando está hecho con gusto, pero en ‘Deadpool y Lobezno’ es como estar viendo hacer chistes sin parar al abusón de la clase. La película se burla despiadadamente de los grandes fracasos de Marvel: los héroes menores, los fracasos de taquilla, los errores de casting. Y rinde pleitesía a las películas supertaquilleras y los mastodontes corporativos. ‘Deadpool y Lobezno’ presume, debido a las circunstancias en las que funciona (propiedad de Fox recuperada por Disney cuando le hace falta un vehículo seguro para cautivar a los fans) de radical y provocativa, pero la sensación es más bien la de ver un anuncio de unos grandes almacenes sobre la última moda punk.
En realidad, ‘Deadpool y Lobezno’ es más bien una película inofensiva y pelotillera. Cree estar atravesando líneas rojas continuamente, pero homenajea no a los héroes y sus creadores, como posiblemente debería, sino a las marcas y las franquicias, como demuestra con la escalofriante secuencia post-créditos (quizás la peor de toda la historia de Marvel, que certifica que Deadpool también ha sido domesticado). ¿Es un problema? En absoluto: si el desfile de cromos de las películas más autorreferenciales de Marvel te complace, ‘Deadpool y Lobezno’ es para ti.
‘Deadpool y Lobezno’ es la mejor de las tres películas del personaje, quizás por cierto aire a justificación argumental apropiada para el multiverso (justificación que no necesitaba para funcionar a la perfección una propuesta muy superior como ‘Doctor Strange en el Multiverso de la Locura‘), y también por una extraña virtud. Funciona, posiblemente de forma involuntaria, como una curiosa reivindicación de los equipos de superhéroes dispares, imposibles y secundones. Si prefieres a los Defensores o a los Campeones antes que a los Vengadores, encontrarás aquí motivos para suspirar por una película que Marvel nunca hará.
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Lo que es innegable es que siendo una ametralladora de chistes y gags, multitud de ellos aterrizan de pie. Los menos obvios, los más salvajes, los más inesperados: hay para todos los gustos y muchos de los mejores diálogos y del humor más sinvergüenza funcionan, entre otras cosas porque Ryan Reynolds tiene absolutamente pillado a su personaje. La pregunta que viene a continuación es si eso es suficiente para salvar a Marvel de sí misma.