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No marques todavía en tu calendario el regreso de la humanidad a la Luna. A la NASA se le están complicando las misiones Artemis hasta tal punto que no se sabe cuándo ocurrirán, o si ocurrirán antes de que China llegue a la Luna.

Ya no solo se pone en duda la fecha de Artemis III, el primer alunizaje de una mujer, programado para septiembre de 2026. A la NASA también se le ha puesto el viento de cara para cumplir con el plazo de Artemis II, una misión mucho más sencilla en la que tres astronautas estadounidenses y uno canadiense sobrevolarán la Luna sin bajar a la superficie.

Los múltiples problemas de Artemis II

Artemis II ya se había retrasado, pero el rumor es que la NASA tampoco podrá cumplir con el plazo actual, que prevé su lanzamiento para septiembre de 2025. Se trata del primer vuelo tripulado alrededor de la Luna en más de cinco décadas, y en esencia es una repetición de la misión Artemis I que la NASA ya completó con éxito, solo que con cuatro astronautas a bordo de la nave Orion.

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El principal problema es el escudo térmico de la nave Orion. Durante la misión Artemis I, la cápsula reentró sin problemas tras un vuelo exitoso, pero en una revisión posterior, los ingenieros detectaron daños significativos en el escudo térmico. El material se agrietó o desprendió en más de 100 zonas durante el frenado atmosférico de la cápsula antes de amerizar en el océano Pacífico.

Este inquietante hallazgo ha llevado a la NASA a reconsiderar el diseño y los materiales de un elemento fundamental para la seguridad de los astronautas. Artemis I tuvo lugar entre noviembre y diciembre de 2022, pero todavía se está evaluando si es seguro proceder con el diseño actual del escudo térmico o hace falta modificarlo, lo que retrasaría sin dudas el calendario de lanzamiento.

Y no es el único problema que enfrenta Artemis II. La nave Orion se lanzará en un cohete SLS de la NASA. El cohete está listo para ser ensamblado, pero la infraestructura de tierra se ha ido retrasando por complicaciones en la construcción de la torre de lanzamiento móvil ML-1 y problemas técnicos en la plataforma, según una auditoría de la Oficina de Responsabilidad Gubernamental (GAO).

En definitiva, se han quedado sin margen para imprevistos, y lo más probable es que los haya. Al fin y al cabo, es la primera vez que se integran muchos de estos sistemas. En ese caso, la NASA se vería obligada a retrasar una vez más Artemis II, lo que afectaría a misiones posteriores, empezando por Artemis III.

Un respiro para Artemis III

En la misión Artemis III, programada para septiembre de 2026, cuatro astronautas se acoplarán en órbita lunar con una nave Starship de SpaceX. Dos se quedarán en la Orion y otros dos (entre ellos, una mujer) bajarán en la Starship hasta la superficie de la Luna. Una semana después, la Starship volverá a la órbita de la Luna y los astronautas regresarán a la Tierra a bordo de la Orion.

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Esta semana, los dos principales contratistas de Artemis III le han dado a la NASA un respiro. El propulsor de Starship fue atrapado con éxito con los brazos de la torre de lanzamiento y la nave amerizó en un punto preciso del océano Índico, dando a la NASA esperanzas de que SpaceX pueda completar un alunizaje de prueba para Artemis III más pronto que tarde. También Axiom presentó el diseño final de los trajes espaciales que usarán los astronautas de Artemis para explorar la Luna.

Más allá de Artemis III, las preocupaciones giran en torno a los sobrecostes faraónicos del cohete SLS de la NASA, fabricado por Boeing. Aunque funcionó como estaba previsto durante su primer lanzamiento, se estima que el precio de su desarrollo asciende a 17.000 millones de dólares, y lo que es peor: cada lanzamiento del enorme cohete desechable cuesta unos 4.100 millones.

Otro problema significativo es el sobrecoste en la construcción de la torre de lanzamiento móvil ML-2, que será necesaria para lanzar una versión más potente del cohete, el SLS Block 1B, durante las misiones Artemis IV y posteriores. La NASA pagó 383 millones de dólares a la empresa Bechtel para construir ML-2 con una fecha de entrega en marzo de 2023. Sin embargo, los costes se han disparado a 2.700 millones de dólares (asumidos por la NASA) y la fecha de entrega se ha pospuesto al menos hasta septiembre de 2027.

La razón de ser de estos retos es la arquitectura-Frankeinstein del programa Artemis, que aprovecha componentes del antiguo programa Constellation. La nave Orion fue diseñada originalmente para seis tripulantes, por eso es más grande y pesada de lo necesario, y tiene un escudo muy voluminoso. También por eso utiliza un módulo de servicio basado en la nave europea ATV, desarrollado por la Agencia Espacial Europea para el programa Constellation. El cohete SLS también reutiliza componentes del transbordador espacial.

Y aunque ya es tarde para cambiar la arquitectura de las misiones (a menos que Estados Unidos pague el precio de volver a la Luna después de que llegue China), las dudas siguen sobrevolando el programa Artemis. Incluso el magnate Michael Bloomberg ha aprovechado su medio para pedir que la NASA abandone sus planes y utilice un cohete Starship por una fracción del precio. Por ahora, la nueva carrera espacial se parece a la antigua en una cosa: es cuestión de dinero.

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