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Adivinar la cifra exacta de muertes que se da en una guerra en activo no es complicado, es imposible. Por eso, las estadísticas para evaluar el número de bajas suelen virar de otra forma. Pasado el conflicto es más sencillo, de hecho, tenemos gráficos de todas las personas muertas en conflictos desde 1400, o más detallados y animados, para poner en perspectiva las “bajas” en determinadas guerras. El dato que vamos a dar a continuación sobre Ucrania no es solo impactante, es la puntilla a la crisis demográfica salvaje que comenzó hace tiempo en Europa del Este.

El dato. Desde que Rusia lanzó su invasión a gran escala en febrero de 2022, la población de Ucrania ha disminuido en 10 millones, aproximadamente una cuarta parte del total de sus habitantes, según los datos ofrecidos por la ONU. Esta drástica e insólita reducción es consecuencia una mezcla explosiva: la salida masiva de refugiados, el colapso de la tasa de natalidad y las muertes ocasionadas por el conflicto bélico.

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La fertilidad, en picado. Contaba Florence Bauer, responsable del Fondo de Población de la ONU para Europa del Este, que la invasión ha agravado una situación demográfica ya de por sí delicada. La tasa de natalidad en Ucrania ha caído a uno de los niveles más bajos del planeta, uno de tan solo un hijo por mujer.

No es un dato baladí, por supuesto, ya que para mantener una población estable, se necesita una tasa de fertilidad de 2.1 hijos por mujer. Dicho de otra forma, el declive ha llevado a que el país se enfrente a un futuro de lo más incierto, marcado por la falta de nacimientos y la interrupción de la vida familiar. Y todo ello, con una guerra en el suelo del país.

Contexto. Antes de la guerra, en 2021, la población de Ucrania rondaba los 40 millones de habitantes. Pero hay más. En 1991, tras el colapso de la Unión Soviética, era de más de 50 millones. La guerra ha acelerado esta tendencia de pérdida poblacional que ya afectaba a muchos países de Europa del Este y Asia Central.

Y, así todo, el éxodo de refugiados parece ser el principal factor en esta disminución, con 6.7 millones de ucranianos ahora viviendo principalmente en Europa.

Muertos en guerra. Lo decíamos al inicio, es imposible saber a ciencia cierta el número de bajas en un conflicto activo, pero obviamente se estima que a estas alturas de la contienda decenas de miles de personas han fallecido. A este respecto, Bauer subrayaba que un cálculo más preciso de la situación demográfica solo será posible después del conflicto, cuando se pueda realizar un censo exhaustivo.

Como explicaba también, las zonas más afectadas incluyen regiones despobladas, donde solo quedan personas mayores y en las que las familias han pospuesto la formación de nuevos hogares.

La gran crisis. De fondo, una crisis mucho más amplia. Desde el colapso de la Unión Soviética y el fin de la Guerra Fría, los países de Europa del Este han experimentado un dramático descenso poblacional, exacerbado por la emigración, la baja natalidad y el envejecimiento. Este fenómeno ha sido particularmente agudo en países como Bulgaria, Letonia, Lituania y Ucrania, cuyas poblaciones han disminuido hasta un 20% en los últimos 30 años.

En este sentido, fue clave la apertura de las fronteras, porque millones de personas dejaron Europa del Este en busca de mejores oportunidades económicas en la zona Occidental. Países como Rumanía y Bulgaria han visto cómo una gran parte de su fuerza laboral joven y calificada emigraba. Rumanía, por ejemplo, perdió más de 3.4 millones de personas desde 1990, mientras que Letonia ha visto reducir su población en un 25% desde su adhesión a la UE en 2004.

Natalidad en mínimos. Es la otra gran pata que no se puede sujetar. Las tasas de fertilidad han caído dramáticamente en casi todos los países de la región. En Bulgaria, la de natalidad es de apenas 1.5 hijos por mujer, muy por debajo de ese nivel de reemplazo de 2.1 hijos. Ucrania, como decíamos, ha alcanzado cifras aún más bajas debido a la guerra y las condiciones económicas, situándose en apenas un crío por mujer.

Todo esto no hace más que agravar la crisis demográfica, con pocas generaciones jóvenes para reemplazar a las que están envejeciendo. Letonia y Bulgaria, por ejemplo, tienen actualmente una de las mayores proporciones de personas mayores de 65 años en Europa, lo que supone una gran presión sobre los sistemas de salud y bienestar social.

Futuro incierto. Como vemos, el demoledor dato de Ucrania parece la puntilla a una crisis que comenzó hace tres décadas y jamás se ha detenido desde entonces. El futuro, además, no es esperanzador. Se estima que para 2050, algunos países de Europa del Este podrían perder hasta el 30% de su población, agravando la falta de trabajadores jóvenes y, otra vez, ese envejecimiento acelerado.

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¿Y en Rusia? No podíamos terminar de dibujar el escenario demográfico sin el otro actor del conflicto que está teniendo lugar. Rusia también ha experimentado una grave crisis demográfica desde el inicio de la invasión (y antes). En los primeros seis meses de este año, el país registró su tasa de natalidad más baja desde 1999, un hecho que incluso el Kremlin ha calificado de «catastrófico».

Con una población de más de 140 millones antes de la guerra, la nación también enfrenta un futuro desconocido en términos demográficos, lo que refleja, como no puede ser de otra forma, el devastador impacto de la guerra a todos los niveles.

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