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El director mexicano Ernesto Contreras ha llevado su enfoque en las relaciones humanas a la nueva serie de NetflixEl secreto del río.

La trama, que se desarrolla en un pequeño y místico pueblo ficticio de Oaxaca, sigue la vida de Manuel y Erick, dos niños que quedan ligados por un oscuro secreto tras un trágico evento. A medida que crecen, deben enfrentar las consecuencias de ese suceso, lo que los obliga a confrontar su pasado y a sí mismos.

Infobae México entró en contacto con Mauro Guzmán, uno de los protagonistas infantiles de la serie escrita por Alberto Barrera, que se encuentra actualmente en el top 1 de lo más visto en México en la plataforma de alcance mundial.

“A mí todo me encantaba, el único detalle era que había mucho calor ahí. Siempre me tenían que poner mucho bloqueador, me encantaba toda esa zona por los paisajes. Luego con el crew nos íbamos a la playa, fuimos a Playa Conejo. Nos fuimos dos meses, y cuando vino mi papá nos fuimos a dormir a la playa, todo lo disfruté mucho, en exclusivo el mar y la arena”, cuenta el actor de doce años sobre su experiencia en el rodaje en la región de Istmo de Tehuantepec, donde dio vida a “Erick”.

Las muxes, aquella población de la región zapoteca del istmo, personas nacidas con sexo masculino que adoptan un rol femenino en la cultura local, están presentes en y son parte del atractivo de El secreto del río, aspecto que Mauro apreció por primera vez.

“Fue mi primer acercamiento (con la lengua zapoteca). Fue mucho aprendizaje sobre las culturas, esto de las muxes es algo muy padre de vivir, me encantó estar ahí en Oaxaca, conocer nuevos lugares es algo muy bonito ya que aprendes muchas cosas”, dijo el pequeño histrión que, tras participar en el proyecto, así define a una muxe:

“No lo sabía (lo que era una muxe). Una muxe es un hombre que tiene la fuerza de un hombre, pero la mentalidad y la personalidad de una mujer”.

Mauro Guzmán dio vida al único amigo de “Manuel”, un niño nuevo en el pueblo que muy pronto despierta el rechazo de algunos por parecer más frágil y delicado que el resto de los chicos.

Para el actor, quien debutó en cine al lado de Bruno Bichir y Ana Claudia Talancón en Viaje todo robado en 2023, el respeto a todas las personas no es opcional, especialmente cuando se trata de alguien “diferente”.

“Tienen que respetar, tiene que entenderlos, ser empáticos y no pueden criticarlos por su forma de ser, primero los tienen que conocer. Siempre tienen que ser empáticos y nunca criticar por la apariencia sin conocerlos primero”.

La amistad, el eje principal de la serie rodada en Tehuantepec, Ixtepec y Salina Cruz, es una relación humana que Mauro valora aún más tras darle vida a “Erick”.

“La amistad es una relación que tiene una persona, algo muy íntimo, tienes que guardar secretos, tienes que ser empático con tu amigo y con todas las personas que te rodean, tienes que ser amable, entender a tus amigos”.

La interacción de Mauro con Frida Sofía Cruz, niña actriz que dio vida a “Manuel”, se dio de manera natural y se convirtió en amistad rápidamente; tal es así que para Mauro fue más disfrutable grabar con ella que con un niño.

“Con Frida tengo una relación muy especial porque los dos nos entendimos muy bien, en las escenas del beso, cuando se despide del pueblo y de mí cuando le doy un beso en el cachete no hubiera sido lo mismo con un niño. Tuvimos mucha conexión en las escenas y en las actuaciones, fue muy diferente, la verdad me gustó mucho más. Fue amistad luego luego en la grabación, nos caíamos muy bien y se dio una amistad muy bonita”.

La historia co dirigida por Alba Gil y Alejandro Zuno, presenta sucesos definitorios en la trama, donde además del rechazo a “lo diferente”, la muerte, la enfermedad y la violencia no son ajenas al argumento.

Sin embargo para el también cantante (participó en La Voz Kids 2021 teniendo como esa María José), la crudeza de la vida es algo que a su corta edad sabe comprender.

“Yo lo tomo muy normal porque sé que pasa en la vida real, no sólo en las películas. Son temas fuertes que yo los entiendo, nadie tuvo que hablar conmigo, yo los entiendo muy bien, sé que suceden”, asegura Mauro, cuyo recuerdo más bonito de El secreto del río fue “una cascarita” al final de las grabaciones.

“En el último llamado nos fuimos a jugar futbol, rentamos una cancha. Compraron bebidas, aguas, se trajeron un buen de botanas y estuvimos jugando hora y media todo el crew”.

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