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Los idiomas, las lenguas, las hablas… son conceptos dinámicos. Nuestra forma de expresarnos de forma oral o escrita cambia constantemente (más al hablar que al escribir, claro) y los lingüistas a veces lo tienen difícil para seguir el ritmo de los hablantes.

Estos cambios pueden manifestarse de infinidad de maneras y tener una infinidad de causas. Un curioso ejemplo de estos cambios fue documentado recientemente por investigadores de la Universidad Internacional de Florida y de la Universidad de Buffalo. No se trata del ya conocido spanglish, pero su contexto y origen es similar.

Este nuevo dialecto está surgiendo en el área de Miami como consecuencia de la interacción entre el castellano latinoamericano propio de muchos habitantes de la ciudad y el inglés estadounidense. Los cambios idiomáticos consecuencia de esta fuerte presencia latina son de lo más variados, pero el último estudio se ha centrado en un aspecto concreto: la trasposición de estructuras y usos castellanos a la lengua inglesa.

Esto es, que sin recurrir a castellanismos (como en el spanglish), los hablantes de este nuevo dialecto utilizan expresiones “calcadas” del castellano no habituales en el habla inglesa. Algo así como una traducción demasiado literal de las expresiones propias al hablar en otro idioma.

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Phillip M. Carter, uno de los autores que han estudiado este habla daba algunos ejemplos de esto en un artículo en The Conversation: “we got down from the car and went inside” (“Nos bajamos del coche y fuimos dentro”), cuando en realidad en inglés “sale” uno del coche, no “se baja”; “I made the line to pay for groceries” (“hice cola para pagar la compra”), cuando en inglés se “espera” en la línea, no se “hace cola”.

Los calcos que compilan los autores del estudios son diversos. Van desde expresiones como “casarse con” (“marry with” en lugar de “marry to”), hasta cambios en las acepciones de palabras concretas, como el uso de la palabra “meat” para referirse no sólo a la carne en general sino a la carne de vacuno de manera específica.

Un dialecto cada vez más propio

Los investigadores responsables del estudio analizaron este dialecto propio del sur de Florida durante 10 años, prestando atención también a cambios entre las hablas específicas entre migrantes de primera, segunda, tercera y cuarta generación. Tomaron algunas de las expresiones que identificaron a lo largo de su análisis y las emplearon para realizar un experimento.

En él tomaron a dos grupos de participantes, uno oriundo del sur de Florida y otro compuesto por personas de distintos lugares de los Estados Unidos. Preguntaron a los participantes su opinión sobre lo adecuadas que resultaban expresiones como “get down from the car” o “make the line” y, para sorpresa de nadie, constataron que los participantes del sur de Florida mostraban mayor afinidad que el resto por estas expresiones.

Eso sí, el resto de participantes, en promedio, no percibían las expresiones como malsonantes o incorrectas. Tan solo las valoraban menos que los participantes del “grupo experimental”.

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Carter pone una flor como ejemplo de la variedad con la que los idiomas pueden apropiarse de palabras extranjeras. La palabra para referirse al diente de león en inglés es dandelion, adaptación del término francés dent de lion; mientras que en alemán se emplea Löwenzahn, un calco o traducción literal del latín dens lionis.

Los calcos lingüísticos son muy comunes en lugares donde dos o más idiomas interactúan. Hoy en día esto no se limita a entornos geográficos concretos, en la aldea global todas las lenguas interactúan. Especialmente con el inglés. Es por eso que utilicemos aparatos como el “ratón”, para navegar entre “ventanas” de un sistema operativo. Ya antes del advenimiento de la informática utilizábamos expresiones calcadas del inglés como “rascacielos” o el término ya en desuso “balompié”.

En castellano no solo “sacamos” fotos, también las “tomamos” como en inglés. Curiosamente, en Miami “take a picture” a veces suele ser sustituido por “throw a photo”, es decir, “tirar” o “echar” una foto.

“Cuando realizamos investigaciones como esta, sirven como recordatorio de que no existen palabras ‘reales’ o palabras ‘inventadas’. Solo hay palabras. Y todas las palabras vienen de algún sitio,” explicaba Carter en una nota de prensa. “Cada palabra tiene una historia. Eso va [también] por todas las palabras habladas en Miami.”

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