Durante el primer semestre del año, el precio de la vivienda creció casi al doble de la inflación registrada al cierre de junio pasado, en un contexto donde la producción habitacional continúa en descenso y, además, hay una demanda constante de hogares, especialmente en zonas turísticas e industriales.
De acuerdo con datos de Sociedad Hipotecaria Federal (SHF), durante el primer semestre del 2024, el precio promedio de la vivienda a nivel nacional, comercializada con un crédito hipotecario, aumentó 9.5% respecto al mismo periodo del 2023, para ubicarse en un valor promedio de 1 millón 724,643 pesos.
Este aumento contrasta con el comportamiento del Índice Nacional de Precios al Consumidor, que a junio pasado creció 4.98% a tasa anual y se dio en un contexto de contracción en la producción habitacional a nivel nacional, que disminuyó 0.4% durante el primer semestre del año, respecto al mismo periodo del 2023, al registrar una edificación de 60,451 viviendas.
Según los registros de SHF, este aumento es el segundo más alto para un periodo similar desde el 2015, pues durante el primer semestre del 2023 el crecimiento en el valor fue de 11.6 por ciento.
Los datos públicos indican que en 16 entidades donde los precios aumentaron, la edificación disminuyó. Por ejemplo, en el primer semestre del año, en Baja California se construyeron 229 viviendas, es decir una caída anual de construcción de 34.4%, pero el precio de la vivienda aumentó 14.7% y registra un valor promedio de 2 millones 260,946 pesos.
Asimismo, este fenómeno se observó en la Ciudad de México, donde en el primer semestre del año se construyeron 363 viviendas, lo que significó una caída anual de 48.7% en la construcción, pero el precio habitacional aumentó 5.8% y así tiene el valor promedio más alto por entidad, de 3 millones 933,450 pesos.
Para el área de análisis de BBVA México, el incremento de los precios de la vivienda con crédito hipotecario está soportado, entre otras cosas, por una demanda constante, así como por una alta correlación con los aumentos de los costos de construcción, lo cual impacta en la actividad de los desarrolladores.
Además, el incremento en el precio de la vivienda se da, según BBVA Research, «por una oferta de vivienda acotada, sobre todo a partir de la pandemia y la restricción de permisos de construcción».
Desbalance entre oferta y demanda
Jorge Combe, director general de DD360, indicó que el incremento en el precio de la vivienda en las principales ciudades de México está ligado al desbalance entre la oferta y la demanda, ya que, por ejemplo, hace cinco años, en la Ciudad de México se vendían 25,000 departamentos al año, mientras en el último año se colocaron cerca de 10,000 unidades.
“Se conformó la tormenta perfecta: muchas de las obras se frenaron en el cambio de administración, después vino el Covid-19, la inflación en materiales de construcción y, por último, el alza en las tasas de interés. Todos estos factores hicieron que los márgenes de los desarrolladores bajarán”, comentó en entrevista.
Además, explicó, la formación de nuevas familias en la capital genera una demanda de alrededor de 70,000 viviendas al año, lo que acentúa el déficit habitacional y empuja el precio de los inmuebles.
De acuerdo con el Registro Único de Vivienda, del total de viviendas que se edificaron en el primer semestre del año, 41% correspondió a casas con un valor de hasta 600,000 pesos, es decir, aquella que se oferta para segmentos económicos.
Para el presidente de la Cámara Nacional de la Industria de Desarrollo y Promoción de Vivienda (Canadevi), Luis Alberto Moreno Gómez Monroy, es importante acelerar la producción de este tipo de vivienda mediante apoyos por parte de los tres órdenes de gobierno.
“A la gran mayoría de las personas no le alcanza su crédito y se necesita un apoyo de los tres niveles de gobierno para que tengan el beneficio de una vivienda, sino va a pasar que muchas personas compran lotes sin servicios y generan un problema de carácter económico, ecológico y no tienen seguridad jurídica”, declaró Gómez Monroy.
Con información de El Economista