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A unos 500 o 600 kilómetros de altura, en la órbita de la Tierra, se encuentra una amenaza para la economía global. Se trata de la basura espacial acumulada, que pone en riesgo actividades económicas estimadas en 191 mil millones de dólares.

El principal riesgo es el choque de satélites destinados a la investigación científica, monitoreo del clima o, peor aún, de seguridad, alerta la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE).

“El valor global total de la actividad económica en riesgo es de 191 mil millones de dólares y la mayor parte del valor se concentra en órbitas a 500-600 km de altitud. Las órbitas con mayor exposición a desechos (a unos 850 km de altitud y entre 70 y 80 grados de inclinación) están ocupadas principalmente por satélites financiados con fondos públicos”, señala en el informe “La economía de la Sustentabilidad Espacial”.

¿Cuántos satélites activos hay y por qué corren riesgo?

Alrededor de 9,500 satélites, de 90 países, se contabilizaron en órbita a principios de este año. Sus funciones van desde el apoyo en funciones críticas como telecomunicaciones, redes energéticas, operaciones financieras y transporte aéreo, así como servicios gubernamentales esenciales.

Estos satélites conviven con restos de otros aparatos enviados al espacio, lo que incrementa los riesgos de accidentes.

“La acumulación de basura en la órbita de la Tierra es una de las amenazas más apremiantes para la sostenibilidad a largo plazo de la infraestructura espacial y los servicios que proporciona a las sociedades modernas”, alertó la OCDE.

“El entorno orbital ya está contaminado por más de 100 millones de desechos de actividades espaciales pasadas que no sólo representan una amenaza de colisión para los satélites activos sino que también generan desechos adicionales cuando chocan entre sí”, agregó.

De acuerdo con los estudios, las órbitas con mayor exposición a desechos, que se encuentran a 850 kilómetros de altitud, están ocupadas principalmente por satélites financiados con fondos públicos. Prácticamente todo el riesgo (97%) se asocia a objetos obsoletos, y dos tercios (65%) provienen de cuerpos de cohetes gastados.

En un escenario catastrófico, una alta densidad de desechos podría desencadenar una reacción en cadena irreversible de colisiones, inutilizando ciertas órbitas de gran valor socioeconómico.

“Los modelos matemáticos muestran que es posible que este punto de inflexión ya se haya alcanzado en regiones seleccionadas y que la población de escombros crece lentamente. Por lo tanto, se requieren medidas políticas para estabilizar el entorno orbital y garantizar el acceso continuo al espacio para las generaciones futuras”, precisó el organismo.

¿Qué es la basura espacial?

Se trata de un problema que comenzó de la mano de la llamada era espacial, en 1957. Desde aquel año, hemos lanzado cohetes, naves y satélites al espacio, sin saber qué hacer con ellos al final de su vida útil.

De esa manera, la basura espacial engloba cualquier pieza o resto dejado por el ser humano en el espacio.

La basura espacial puede ser tan grande como un satélite inactivo, similar al tamaño de un automóvil, o tan pequeño como una escama de pintura. El verdadero peligro es la velocidad a la que se mueven. De acuerdo con la NASA, estos tipo de objetos puede viajar a 29 mil kilómetros por hora, característica que los convierte en auténticos proyectiles.

Datos del Museo Nacional de Historia de Reino Unido establecen que hay alrededor de 34 mil piezas de basura espacial de más de 10 centímetros de tamaño y millones de piezas más pequeñas.

Debido a la velocidad y el volumen de los desechos en órbita terrestre baja, los servicios, exploraciones y operaciones espaciales actuales y futuros plantean un riesgo para la seguridad de las personas y las propiedades en el espacio y en la Tierra.

¿Cómo afecta la basura espacial a la economía mundial?

Un estudio de la Universidad de Málaga alerta del continuo incremento de la basura espacial. “Cualquier trozo mayor de un centímetro es potencialmente letal en caso de colisión”, asegura el catedrático de la Universidad de Málaga, José Luis Torres, uno de los coordinadores junto con la profesora Anelí Bongers de un proyecto sobre Economía del Espacio.

Los especialistas explican que en un escenario catastrófico, una alta densidad de desechos podría desencadenar una reacción en cadena irreversible de colisiones, inutilizando ciertas órbitas de gran valor socioeconómico.

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