En 1998, un sondeo del fondo marino encontró unos misteriosos agujeros frente a la costa californiana. Estos agujeros, similares a pequeños cráteres subacuáticos tenían un origen desconocido, aunque se ha especulado mucho desde entonces. 25 años después, tenemos una nueva hipótesis para explicar estas curiosas características de la orografía submarina.
Nueva hipótesis. Una nueva exploración de los agujeros de Sur Pockmark Field ha llevado a un equipo de expertos a postular una nueva hipótesis sobre su aparición. La explicación propuesta por un equipo liderado por investigadores del MBARI (Monterey Bay Aquarium Research Institute) estaría en la simple gravedad.
Sur Pockmark Field. El área en el que se encuentran los misteriosos agujeros se denomina Sur Pockmark Field (pockmark es el vocablo anglosajón por el que se conoce a este tipo de cráteres submarinos). Este campo está situado frente a la costa de Big Sur, en California y está formado por más de 5.200 de estas pequeñas depresiones.
Los agujeros se encuentran a una profundidad de entre 500 y 1.500 metros. Tienen un diámetro de unos 200 metros y una profundidad de alrededor de cinco metros, aunque su tamaño varía.
Sin rastro del metano. Hasta ahora la principal hipótesis que explicaba estos orificios en el lecho marino estaba basada en el metano. Esto se debe a que investigaciones anteriores habían relacionado pockmarks similares hallados en otros puntos del océano con este gas. En esos casos, las burbujas de metano ascendían del subsuelo moviendo consigo los sedimentos del lecho marino.
Saber si este era el caso en este campo de pockmarks era de especial interés. El motivo estaba en los proyectos para instalar energía eólica marina en esta zona. La existencia de fugas de metano podría implicar suelos menos estables, un problema en potencia para estos desarrollos.
Gravedad haciendo su trabajo. Pero los estudios no encontraron presencia de metano en la zona. Lo que sí encontraron fueron indicios de que los agujeros podrían haber sido causados por “flujos gravitatorios de sedimentos”, avalanchas submarinas que arrastran sedimentos hacia zonas más profundas del océano.
Estos flujos habrían estado repitiéndose a lo largo de los últimos 280.000 años. Los movimientos, explica el equipo de MBARI, parecen erosionar el centro de los agujeros, favoreciendo que estos agujeros se mantengan a lo largo de los años.
“Hemos compilado una gran cantidad de datos, lo que nos permite enlazar pockmarks y flujos gravitatorios de sedimentos. Fuimos incapaces de determinar exactamente cómo se formaron inicialmente estos pockmarks, pero (…) logramos una nueva perspectiva de cómo y por qué estas accidentes han persistido en el lecho marino durante cientos de miles de años,” señalaba Eve Lundsten, coautora del reciente estudio.
Submarinos no tripulados. Un estudio realizado gracias a la tecnología submarina empleada por el MBARI en el análisis. Para el estudio el equipo empleó primero una serie de vehículos autónomos submarinos, un tipo de submarinos no tripulados autoguiados capaces de acercar el sonar al lecho marino para lograr cartografiar el suelo con mayor definición.
Estos mapas facilitaron la llegada del segundo grupo de submarinos, estos guiados a distancia (ROV). Con estos vehículos el equipo pudo ir recolectando muestras del suelo submarino para comprender mejor la historia de este área geológica.