La junta de gobierno del Banco de México (BdeM) decidió de manera no unánime mantener en 11 por ciento el nivel de su tasa de referencia, es decir, el costo al que se financian empresas y familias, esto al incrementar ligeramente sus expectativas de inflación y señalar que aún persisten riesgos en el horizonte para los precios.
En el comunicado de su reunión de política monetaria, el banco central destacó que si bien la depreciación de la moneda nacional incluye al alza en el pronóstico de inflación, sus efectos se ven en parte contrarrestados por los correspondientes a la mayor debilidad de la actividad económica.
“Ante factores idiosincráticos se observó una importante volatilidad en los mercados financieros nacionales. Las tasas de interés de valores gubernamentales de mediano y largo plazos aumentaron significativamente. El peso mexicano registró una visible depreciación. Sin embargo, más recientemente los mercados nacionales han presentado un mejor comportamiento”, señaló.
La sorpresa fue que el subgobernador Omar Mejía votó por disminuir la tasa de referencia en un cuarto de punto porcentual.
La inflación general anual aumentó de 4.65 a 4.78 por ciento entre abril y la primera quincena de junio ante un incremento en la no subyacente. La inflación subyacente, que refleja de mejor manera la tendencia de la inflación, siguió disminuyendo al pasar de 4.37 a 4.17 por ciento en el mismo periodo.
Para el segundo trimestre de 2024, el BdeM pasó su expectativa de inflación general de 4.6 a 4.7 por ciento, mientras que para el tercero lo hizo de 4.4 a 4.5 por ciento.
El instituto central resaltó que se sigue esperando que la inflación general converja a la meta en el cuarto trimestre de 2025. Sin embargo, estas previsiones están sujetas a riesgos al alza como la persistencia de la inflación subyacente; mayor depreciación cambiaria; mayores presiones de costos; afectaciones climáticas; y escalamiento de conflictos geopolíticos.
Mientras que a la baja hay factores como una actividad económica menor a la anticipada; un menor traspaso de algunas presiones de costos; y que el efecto de la depreciación cambiaria sobre la inflación sea menor al anticipado.
“Se considera que el balance de riesgos respecto de la trayectoria prevista para la inflación en el horizonte de pronóstico se mantiene sesgado al alza”, apuntó.
Hacia delante, prevé que el entorno inflacionario permita discutir ajustes en la tasa de referencia. Tomará en cuenta la perspectiva de que los choques globales continuarán desvaneciéndose y los efectos de una actividad económica más débil de lo que se tenía previamente anticipado.
Asimismo, dijo que considerará la incidencia de la postura monetaria restrictiva que se ha mantenido y la que siga imperando sobre la evolución de la inflación a lo largo del horizonte en el que opera la política monetaria.