Hoy es 23 de Noviembre de 2024, Chihuahua, MX.

Hace siete meses publicamos un artículo titulado ‘La IA que se viste: empieza la era de los dispositivos corporales basados en Inteligencia Artificial’. Allí anticipamos la llegada de una pléyade de productos basados en IA orientados al consumidor para reemplazar ciertas funciones de su smartphone.

Siete meses después tenemos varios casos en los que la expectación ha sido sustituida por el escepticismo. El más famoso, el del AI Pin de Humane. Tiene tecnologías meritorias, pero el valor aportado al usuario es pobre. Pero cuesta 700 dólares y otros 24 al mes.

No es el único.

Qué está ocurriendo. La llegada de ChatGPT disparó el interés por la IA generativa y las ganas de hacer negocio con ella a través de hardware dedicado. El AI Pin o el Rabbit R1 lideran esta categoría. Las gafas de Brilliant siguen siendo una incógnita hasta su lanzamiento oficial.

Prometen innovación y un enfoque práctico, pero tras un diseño atractivo y un marketing sofisticado solo hay gadgets que no ofrecen mucho más de lo que una simple app puede hacer, pero en forma de Tamagotchi: el CEO de Rabbit compró uno a cada miembro de su equipo para que entendieran su visión.

Por qué importa. Estos dispositivos no son baratos y no cumplen sus promesas. En el caso del AI Pin ya vimos que sus primeras reseñas fueron terribles. El Rabbit R1 es menos mediático pero ha tenido una historia similar: es muy lento y hace esperar mirando a la nada. Un humano manejando su móvil es mucho más rápido. Un problema que ya intuimos en enero.

Si empieza a proliferar cierta expectación en torno a ellos, esta industria incipiente comenzará a crecer. Y eso no siempre es bueno para el consumidor si se basa en dispositivos que no alcanzan a cumplir su promesa. Marcos digitales in memoriam.

El otro lado de la moneda. No todos los dispositivos basados en IA son necesariamente redundantes. De hecho hay ejemplos interesantes. Las Ray-Ban Meta aportan unos auriculares integrados en las gafas que apenas perciben los demás y una cámara para grabar desde el punto de vista de nuestros ojos, y ahora que son multimodales con Meta AI disparan sus posibilidades, sobre todo en EEUU.

Esto algo que aporta un valor frente a una aplicación móvil. El Limitless Pendant, para su público objetivo, también ofrece algo a lo que un smartphone no llegan.

La gran pregunta. ¿Estamos moviéndonos de verdad hacia un futuro en el que algunas capacidades del smartphone sean llevadas a dispositivos dedicados? No parece un sueño tener que cargar con dos o tres dispositivos donde antes solo teníamos uno. Y menos si ese uno hace lo mismo que el resto. Y menos si lo hace mejor.

La sensación de fondo es que estamos siendo testigos del nacimiento de un mercado que sobrevalora su utilidad para justificar esa existencia independiente. Pese a que podrían ser una simple app. También es posible que simplemente se trate de pruebas de mercado para detectar qué producto funciona antes de apostar en serio por él.

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