Un día como hoy pero del 2008, ocurrió un desgarrador hecho violento que no sólo enlutó a la población de Creel, en el municipio de Bocoyna, sino a todo el estado entero. Justamente en sábado por la noche cuando se celebraba una fiesta en el salón del turístico pueblo, llegó un comando armado y arremetió contra los presentes, privando de la vida a 13 hombres, entre ellos un joven de 17 años y un bebé. Esto era la bienvenida a la recién declarada “Narcoguerra” impuesta por el presidente de la República de aquel entonces, Felipe Calderón.

Hoy se cumplen 17 años de aquel dolor insuperable para las familias de quienes ya no regresaron a casa. Creel sigue de luto y los pobladores aún exigen justicia.

A decir de los habitantes de aquella comunidad serrana, el recordar esa “matanza”, dicen que aún resuena con dolor en sus corazones. Todos eran conocidos, era una noche para convivir, ¿Qué podría pasar?, era tan tranquilo que hasta un papá sintió libertad de cargar a su pequeño hijo para presumirlo a sus amistades con gran orgullo.

Lo anterior lo comentó a Entre Líneas, Teresa, mujer comerciante y vecina de las instalaciones que hoy en día lucen un memorial con los rostros de las 13 víctimas.

“Los años pasan, pero mire usted, ese lugar frío, abandonado y con olor a muerte. Nunca los vamos a olvidar”

De acuerdo con datos periodísticos, el sábado 16 de agosto del 2008, cerca de las 18:30 horas, arribaron a Creel cuatro camionetas en las que viajaban 10 hombres armados con armas de grueso calibre.

Mientras tanto al interior de las instalaciones del Profortarah (productos forestales de la Tarahumara) fueron sorprendidos a balazos, aquellos que festejaban luego de la realización de una carrera.

Doña Tere recuerda que los truenos de los balazos duraron más de 5 minutos. “Fue mucho, nosotros desde las casas, hasta nos escondimos debajo de la mesa porque pensamos que se les iba a escapar un tiro”, refirió.

Ya para la noche de ese sábado negro, ante la movilización policial, hallaron por lo menos 200 casquillos percutidos.

Entre un fuerte olor a plomo, sangre y una energía pesada, de esa que apachurra el pecho, dijeron que se trataba de 13 personas sin vida y 12 heridos, los cuales fueron atendidos en el gimnasio de la localidad.

No obstante, algo que marcó mucho ante aquella desgarradora escena, fue que propios pobladores y familiares de las víctimas, intentaron linchar a los policías, pues era tanta la impotencia y coraje ante lo ocurrido.

En memoria de Juan Carlos Loya Molina, Cristian Loya Ortiz, Fernando Adán Córdova Galdeán, Luis Daniel Armendáriz Galdeán, Daniel Alejandro Parra, Óscar Felipe Lozano Lozano y René Lozano González de 17 años.

Édgar Arnoldo Loya Encinas fue el bebé de un años quien también fue ultimado en brazos de su padre Édgar Alfredo Loya Ochoa, junto con Kristian Loya Ortiz, Alberto Villalobos Chávez, Luis Javier Montañez Carrasco, Fredy Horacio Aguirre Orpinel y Alfredo Caro Mendoza, quienes estos últimos dos fueron señalados por la antes llamada Procuraduría General como el objetivo principal de los responsables del crimen.

En el XV aniversario luctuoso, familiares, ciudadanos y sacerdotes jesuitas realizaron una misa al aire libre justo enfrente del mural en honor a las víctimas que se encuentra en la nombrada Plaza de la Paz en Creel, donde colocaron flores y una manta que decía “La memoria resiste”.

Aunque para el Estado ya se hizo justicia con dos sentencias por esta masacre, una en contra de José Antonio C. C., alias “El Malandro”, a quien se le condenó por 145 años en prisión y Luis Raúl Pérez Alvarado, alias “La Chicharrona”, con sentencia de 82 años, esto no es suficiente para poder borrar el terror que marcó la historia y esencia de Creel.

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